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Inauguración de Curso de la Escuela de Magisterio (Antequera)

Escuela Universitaria María Inmaculada de Antequera (CAMMIA)
Publicado: 17/11/2022: 4208

Homilía de Mons. Catalá en la inauguración del curso académico de la Escuela de Magisterio de Antequera

ESCUELA DE MAGISTERIO

(Antequera, 17 noviembre 2022)

Lecturas: Ap 5, 1-10; Sal 149, 1-6.9, Lc 19, 41-44.

1.- Visión del libro sellado

Imagino que os gusta ver películas de ficción, como “El señor de los anillos”. Esas series, un tanto apocalípticas, tienen un esquema parecido: existen unas fuerzas del mal, que son destructoras, y una fuerza del bien. Normalmente, el desenlace final y la victoria del bien sobre el mal suele venir de fuera: una fuerza externa, diversa de los protagonistas. 

En estos días finales del año litúrgico la Iglesia nos ofrece unos textos bíblicos apocalípticos, que nos enseñan el sentido del final de los tiempos. Os animo a que leáis el libro del Apocalipsis, llamado “libro de la revelación”, porque en él se revela el sentido de la historia. El libro tiene sentido religioso.

El vidente, que escribe el libro del Apocalipsis, ve un anciano sentado en el trono y tiene un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos (cf. Ap 5, 1). Los sellos indican que nadie puede abrir el libro.

Y un ángel pregonaba en alta voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?» (Ap 5, 2). «Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirarlo» (Ap 5, 3). 

El vidente lloraba mucho, porque no había nadie digno de abrir el libro y de mirarlo (cf. Ap 5, 4). 

2.- Solo Jesucristo es capaz de abrir el libro sellado

Uno de los ancianos dijo al vidente: «Deja de llorar; pues ha vencido el león de la tribu de Judá, el retoño de David, y es capaz de abrir el libro y sus siete sellos» (Ap 5, 5). 

El Cordero degollado «se acercó para recibir el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono» (Ap 5, 7). Este Cordero es símbolo de Cristo.

Este es el libro de la historia de la humanidad. Sólo Jesucristo es capaz de abrir el libro con la llave de su Cruz y nos revela lo que ocurrirá al final de los tiempos. Con su vida, muerte y resurrección venció el pecado y la muerte, fuerzas del mal, y consiguió redimir la humanidad para que no quedar sumida en la muerte, sino que pudiera participar del Reino eterno: reino de paz, de amor, de justicia.

Los ancianos cantan un cántico nuevo: «Eres digno de recibir el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado, y con tu sangre has adquirido para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación» (Ap 5, 9); 

Dios nos ha convertido, por la redención de Cristo, en un reino de sacerdotes: «Y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinarán sobre la tierra» (Ap 5, 10). Nosotros somos ciudadanos de ese reino. 

Hemos sido salvados por Cristo de las fuerzas del mal. Esta es la revelación que se nos ofrece en el final del año litúrgico.

3.- Cantar un cántico nuevo

El Salmo nos ha animado a cantar un cántico nuevo: «Aleluya. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles» (Sal 149, 1); «alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras» (Sal 149, 3).

¿Por qué hemos de cantar un cántico nuevo? Porque hemos sido redimidos y salvados por Cristo. No existen otros redentores ni salvadores. No os fieis cuando lleguen algunos que se presentan como salvadores, que pueden tener el nombre de políticos, economistas, científicos que prometen alargar la vida. 

Aunque la vida del ser humano se alargue varios años o incluso décadas, al final, tiene que pasar por la muerte temporal. Desde la temporalidad pasaremos a la eternidad.

4.- Protagonistas de la paz

Según el Evangelio proclamado, al acercarse Jesús y ver la ciudad, lloró sobre ella mientras decía: «¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos» (Lc 19, 42). 

Jerusalén significa “Ciudad de paz”. Y esta ciudad no tenía paz; por eso Jesús llora ante ella. Y profetiza: «Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados» (Lc 19, 43); «te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita» (Lc 19, 44). El templo de Jerusalén fue destruido en los años 70 de la era cristiana.

Siendo Jerusalén la ciudad de la Paz, se convirtió en ciudad de conflictos; aún hoy sigue habiendo lucha entre israelitas y palestinos. Y, por desgracia, sigue habiendo hoy guerras, divisiones entre hermanos y familias, enfrentamientos de vario signo y animadversiones, fruto todo ello del egoísmo y del pecado. 

Jesús nos llama a ser portadores de paz; a enjugar las lágrimas de los pobres y desheredados de la tierra, a levantar del desprecio y del anonimato a los que la sociedad posterga. 

5.- Nuevo curso académico

Inauguramos este curso académico celebrando nuestra la Eucaristía. Ello implica comprometerse a vivir según el Espíritu Santo. Significa trabajar por la paz, la reconciliación, el perdón, la fraternidad, construyendo un mundo mejor y un centro de estudios más humano; y estos está en vuestras manos, sin esperar a que los profesores y las religiosas resuelvan vuestros problemas, porque vosotros sois los protagonistas.

El lema del curso es: “Poner a la persona en el centro de nuestra vida, de nuestro estudio, de nuestra diversión”; pero, a veces nos ponemos nosotros en el centro. 

Deseamos que todas las personas consigan su madurez y aporten sus mejores frutos a la sociedad; si no buscáis el bien de los demás, vuestra vida será un fracaso. Vuestra tarea es mejorar el mundo. 

En el ofertorio ofreceréis el “Logo del Pacto Educativo Global”, que expresa la esperanza de ser capaces de comprometernos a construirlo en bien de todos los educandos. Ya sabéis que el papa Francisco está promoviendo desde hace tiempo el “Pacto Educativo Global”.

También ofreceréis el “Logo del informe de la UNESCO sobre el futuro de la Educación”, que representa nuestro compromiso de buscar juntos un futuro mejor para la educación y para la sociedad. 

Pedimos al Espíritu que nos ilumine para formarnos de cara a nuestro futuro como educadores y a la Santísima Virgen María su protección maternal; a San José de Calasanz y a Madre Carmen, que fueron grandes educadores que transformaron su mundo pedimos su intercesión. Amén. 

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