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Francisco pide a los jóvenes que despierten

Publicado: 15/08/2014: 21568

Francisco pidió este domingo construir una Iglesia católica más \"humilde\" y \"misionera\" en la fortaleza de Haemi, al oeste de Corea del Sur, donde una multitudinaria misa ha puesto fin al sexto encuentro de los jóvenes católicos de Asia.

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"Junto a vuestros obispos y sacerdotes, dedicad estos años a construir una Iglesia más misionera, más humilde y más sagrada", reclamó el pontífice en una homilía a los 6.000 jóvenes de 23 países de toda Asia que han asistido a la VI Jornada de la Juventud de Asia (JJA).

El Papa expresó su deseo de edificar "una Iglesia que ama y adora a Dios, tratando de servir a los pobres, los solitarios, los enfermos y los marginados" a los jóvenes asiáticos, la mayoría ataviados con chubasqueros para protegerse de la ligera lluvia en la misa celebrada al aire libre.

Aludió al lema de esta edición de las JJA, "¡Despertad!", al instar a los jóvenes a estar alerta ante "las presiones, las tentaciones y los pecados propios" y también les invitó a discernir "los aspectos de la vida contemporánea que son pecaminosos, corruptos y conducen a la muerte".

El Papa ha pedido a los jóvenes de Asia estar "despiertos y vigilantes". "Juventud de Asia, ¡levántate!", han sido las últimas palabras del Pontífice en su homilía. "No es bueno cuando veo a los jóvenes que duermen. Nadie que esté dormido puede cantar, bailar, alegrarse, por eso hay que estar despiertos, vigilantes. Id por el mundo con la ayuda de Dios", ha afirmado Francisco ante los jóvenes, a los que ha apelado: "¡Jóvenes, despertad. Juventud de Asia, levántate!", al tiempo que les ha recordado que "son herederos de un gran testimonio, de una preciosa confesión".

El Papa también también recordó otro de los lemas de la jornada ('La gloria de los mártires brilla sobre ti') y ha destacado el papel de Paul Yun Ji-Chung y sus 123 compañeros mártires, a los que beatificó durante la jornada del sábado, así como a todos aquellos mártires que hay "a lo largo de Asia" y que "han entregado sus cuerpos" por esta causa.

Durante la misa también se ha anunciado que la VII Jornada de la Juventud Asiática tendrá lugar en Indonesia, en 2017. Es el cuarto país más poblado del mundo y la mayoría de su población es musulmana, aunque no es un Estado islámico. El cristianismo está reconocido oficialmente como religión junto con otras cinco que se profesan en el país.

BEATIFICACIÓN MÁRTIRES

En la gran plaza de Gwanghwamun, que une el antiguo palacio imperial al centro de una capital ultramoderna, el Papa Francisco beatificó a 124 mártires de la primera generación de cristianos de Corea. La multitud reunida en la inmensa plaza y sus alrededores llegaba al millón de personas, según cálculos de las autoridades de Seúl. La mayor parte habían ido llegando en autobuses durante toda la noche y caminado ordenadamente por diversas rutas preestablecidas entre los rascacielos de la ciudad para confluir en la histórica plaza.

Justo antes de la ceremonia, el Papa visitó el «Santuario de los Mártires», en la propia capital, donde fueron ejecutados los 103 católicos de la segunda generación canonizados por Juan Pablo II en Seúl en 1984, una fecha que marcó el comienzo de la rápida expansión de la Iglesia coreana, que crece al ritmo de 100.000 bautismos de adultos y 25.000 bautismos de niños cada año.

En su homilía, el Papa propuso el ejemplo de Pablo Yun Ji-chung -un noble arrestado por haber dado sepultura cristiana a su madre y decapitado a continuación por orden del rey el 8 de diciembre de 1791- y de los otros 123 mártires, como un estímulo para extender todavía más «el ejemplo de fe y de caridad que os han transmitido vuestros antepasados».

Francisco subrayó que aquellos intelectuales que conocieron el cristianismo a través de sabios chinos y lo extendieron por Corea mucho antes de que llegasen los primeros misioneros «formaban una comunidad inspirada en la Iglesia primitiva, en la que los creyentes eran verdaderamente «un solo corazón y una sola alma», dejando aparte las diferencias sociales».

Paradójicamente, al cabo de dos siglos, las personas condenadas a muerte por negarse a dar culto a los antepasados son ahora tesoros de la memoria de Corea y reciben culto en la plaza mayor del país. Y su mensaje de igualdad entre las personas, considerado «subversivo» por la cultura confuciana de entonces, es la base de la actual democracia coreana, abierta y moderna.

En una homilía pronunciada en italiano con traducción sucesiva, el Papa Francisco afirmó que la historia de Pablo Yun Ji-chung y los otros 123 mártires desde 1791 a 1888, «nos dice mucho sobre la belleza de la vocación de los laicos». Por otra parte, su ejemplo de heroísmo «nos obliga a preguntarnos ¿Por qué estaríamos hoy dispuestos a morir?»

Franciscosubrayó que Jesucristo «enviaba a sus discípulos para que fuesen levadura de santidad y de verdad en el mundo. Para que fuesen la sal de la tierra y la luz del mundo. Y en esto, los mártires nos indican el camino».  Sin hacer referencia a los yasidíes y cristianos perseguidos actualmente por el Estado Islámico en Irak, el Papa recordó una historia paralela. Durante las persecuciones, muchos cristianos de Corea «huyeron a las montañas, donde formaron aldeas católicas. Preferían afrontar grandes sacrificios a dejarse robar la cercanía a Cristo».

El Papa hizo notar que «la celebración de hoy abraza los innumerables mártires anónimos en este país y en el resto del mundo». Durante su recorrido en «papamóvil» descubierto antes de la ceremonia, el Santo Padre bajó del vehículo para saludar y bendecir a un grupo de familiares de víctimas del ferry «Sewol» que pedían el establecimiento de una comisión investigadora especial para aclarar la cadena de negligencias que costo más de trescientas vidas, incluidas las de 250 estudiantes de bachillerato que iban de excursión a la isla de Jeju. El Papa seguía llevando en su sotana un pequeño lazo amarillo que otros familiares de víctimas le habían dado el día anterior.

ASUNCIÓN DE MARÍA

El viernes, en una misa que celebraba tanto la Asunción de María como la fiesta nacional surcoreana, el Papa Francisco invitó a los católicos de Asia a «rechazar los modelos económicos inhumanos que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores».

Francisco abordó también otro problema de este país rico y supertecnológico: «la desesperación que crece como un cáncer» y lleva a muchas personas al suicidio. El Papa no se anda por las ramas.

Como la intensa bruma matinal le impidió realizar el desplazamiento en helicóptero, el Papa y sus acompañantes tomaron un tren rápido hasta Daejeon, en el centro del país, donde le estaban esperando cincuenta mil católicos en el espléndido estadio construido para el Mundial de Fútbol del 2002.

La recepción fue entusiasta: un mar de pañuelos blancos y gritos rítmicos de «¡Viva Papa!», coreados al unísono en un clima de fiesta. Francisco utilizó como «papamóvil» un vehículo blanco al que le habían quitado la capota. A la seguridad del Vaticano se añadieron unos guardaespaldas coreanos, también de traje oscuro pero fáciles de distinguir porque llevaban gafas de sol en un día nublado.

Antes de iniciar la misa, el Papa se reunió con un grupo de diez supervivientes y familiares de víctimas del ferry «Sewol», en cuyo naufragio, el pasado mes de abril, perecieron más de trescientos escolares jóvenes que iban de vacaciones a la isla de Jeju. El dolor de una tragedia por negligencia sigue atenazando no sólo a las familias sino también al país, y el Papa escogió como marco para este encuentro precisamente la misa en el día de la fiesta nacional, que conmemora la liberación del Japón y el fin de la Segunda Guerra Mundial el 15 de agosto de 1945.

En su homilía, el Papa invitó a los coreanos a «combatir el señuelo del materialismo que sofoca los valores espirituales y culturales» y a hacer frente al «espíritu de competencia desenfrenada que genera egoísmo y conflictos».

Con todo vigor, el Santo Padre exhortó a «rechazar los modelos económicos inhumanos que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores», y a rechazar también «la cultura de la muerte que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida» en cada persona humana.

El Papa abordó uno de los problemas de la acelerada prosperidad, concretamente, «el espíritu de desesperación que crece como un cáncer en una sociedad exteriormente rica pero que interiormente sufre amargura y vacío». También se refirió, de modo implícito pero muy claro, al elevado número de suicidios «de tantos jóvenes a los que esa desesperación ha hecho pagar su tributo».

Aunque afrontaba los problemas con toda claridad, el mensaje del Papa era positivo, pues les exhortaba a poner la esperanza en Dios y a esforzarse en un servicio a los demás que tiene, como premio inmediato, olvidar los propios miedos y disfrutar la alegría del Evangelio.

En el rezo del Ángelus, el Papa tuvo palabras de consuelo y afecto para los afectados por la tragedia del «Sewol», y felicitó a los coreanos por la fiesta de la liberación, que coincide con la Asunción de la Virgen.
 

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