La admisión de los candidatos a las Órdenes Sagradas se realiza mediante un rito litúrgico, «con el cual, el que aspira al diaconado o al presbiterado manifiesta públicamente su voluntad de ofrecerse a Dios y a la Iglesia, para ejercer el orden sagrado; la Iglesia, por su parte, al recibir este ofrecimiento, lo elige y lo llama para que se prepare a recibir el orden sagrado, y de este modo sea admitido regularmente entre los candidatos al presbiterado».

Uno de los candidatos, Francisco José Martínez García, de 32 años y proveniente de la parroquia de la Santísima Trinidad de Málaga ciudad, afirma que «ha sido una experiencia de agradecimiento hacia Dios, por haberse fiado de mí. A partir de este momento, la Iglesia reza por mí de una manera más especial si cabe, para que un día pueda llegar a recibir las Sagradas Órdenes del Diaconado y Presbiterado. Esto también quiere decir que mi respuesta debe ser de más radicalidad evangélica, a la vocación al sacerdocio ministerial. El rito de admisión a las Sagradas Órdenes es para mí algo así como si el Señor me cogiera de la mano y me dijera... "Ánimo, te he elegido y quiero que seas mi testigo ante los hombres". La Iglesia en este momento ora de una manera más intensa para que Cristo culmine su obra en mí, y me siento muy agradecido».