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Madre Yolanda: «Casi siempre he vivido con los "recortados", los sin derechos»

Publicado: 29/06/2012: 4332

«A los 20 años conocí a las Madres de Desamparados en Sabinillas, donde ejercía como maestra rural. Me llamó la atención la entrega y el amor que las Madres tenían a los más pobres, las observé un tiempo y vi con claridad que ése era mi camino», así explica Madre Yolanda (Benarrabá, Serranía de Ronda, 1941) cómo nació su vocación religiosa.

Es la mayor de seis hermanos y ha recibido recientemente el Premio Provincial a la Solidaridad Internacional y a los Derechos Humanos, un galardón que dedica a los ancianos del Guamo (Colombia), los más necesitados en esos momentos.

–Madre de Desamparados desde hace 49 años, ¿cómo conoció esta congregación?

–A los 20 años conocí a las Madres de Desamparados en Sabinillas, donde yo ejercía como maestra. Me llamó mucho la atención la entrega y amor que las madres tenían a los más pobres las observé un tiempo y vi con claridad que ése era mi camino. Nadie se lo creía, ni yo misma. Ya llevo en esta familia religiosa 49 años y aunque pasando momentos duros y difíciles, ni por un momento he dudado ni me arrepentí del paso que di. He pasado a lo largo de estos años por Ronda (mi primera experiencia en el Colegio de la Inmaculada), Valencia y Andújar, dentro de España. Desde 1974 he compartido mi vida en San Cristóbal, Guatemala, y Chocó, en Colombia.

–¿Qué significó para usted recibir el Premio Provincial a la Solidaridad Internacional y a los Derechos Humanos?

–No sólo era yo la que lo recibía. Yo hice presente en mí a muchas Madres de Desamparados y colaboradores voluntarios; a muchas personas, unos acá en la lucha y otros que ya llenaron sus mochilas y marcharon a la Casa del Padre. Haciéndolas presentes en mí, recibí lo que habíamos ganado a pulso uniendo muchas manos y gastando muchas vidas. ¡Creo que fue un premio ganado a pulso por muchos!

–¿A quién se lo dedica usted?

–A los ancianos del Guamo, en Colombia, que vimos eran los más necesitados en esos momentos.

–Ha sido usted maestra rural y ha impartido clase a los pescadores que no tenían otra oportunidad para aprender, ¿qué destaca de esa etapa de su vida?

–Fue una etapa en la que pude ser yo, vivir en libertad, tomar decisiones, poder trabajar con los más pobres, conocer a las madres y seguir mi ideal.

–Para usted, entregar la vida a los demás es...

–Lo más valioso que un ser humano puede hacer.

–Ante un terremoto como el que asoló a Guatemala estando usted allí, ¿cómo lo vivió?

–Con impotencia y desesperación por momentos. Pero, al ver el dolor, la fe, la solidaridad… ¡aprendí muchísimo de ellos, sobre todo a verlo y vivirlo con paz!

–Ha estado en zona de guerrillas, en Colombia, en países donde el paludismo hace estragos entre la población, ha puesto en marcha microcréditos para los más jóvenes... ¿de dónde le viene la fuerza para todo esto?

–Sí. En Colombia y Guatemala me tocaron momentos muy duros. Por un lado, el ejército y la guerrilla, y por otro la masacre de Penizos donde las personas morían huyendo en la selva. Muerte también de sacerdotes amigos... imposible enumerar tantos sufrimientos. La fuerza sólo viene de Dios.

–Una mujer que ha vivido situaciones de extrema pobreza, ¿qué piensa de la actual crisis económica que atravesamos?

–Intento comprender, pero me es difícil. Casi toda mi vida la viví con los "recortados", con los que no tienen derecho ni a salud, ni a educación; donde los niños, desde los seis y siete años tienen que colaborar en el trabajo del campo; donde el índice de mortalidad infantil por desnutrición en Guatemala es altísimo, dicen que el primero del mundo. ¿Qué puedo pensar de la actualidad económica europea? No lo entiendo. Sólo pido a Dios que la justicia que Él quiere que vivamos llegue a ser una realidad entre sus hijos.

Autor: Encarni Llamas

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