DiócesisSemblanzas

Semblanza de Antonio Delgado Cabello

Publicado: 19/07/2008: 2594

 

El Evangelio de hoy, domingo, nos habla de tres parábolas (Mt 13,24-43). Dos de ellas -la segunda y la tercera- hacen referencia a cosas pequeñas, aparentemente insignificantes: la levadura y el grano de mostaza.

Sin embargo, ambas cosas, aunque siendo pequeñas, sí son de gran valor en la vida: la levadura fermenta toda la masa; y el grano de mostaza se siembra, arraiga, crece y se convierte en un arbusto en el que pueden anidar las aves del cielo.

Nuestro hermano sacerdote D. ANTONIO DELGADO CABELO ha sido, a lo largo de sus 87 años, ejemplo actualizado de esas parábolas: hombre sencillo, humilde, más bien persona en segundo plano... pero siempre hombre de gran calidad y muy buen trigo (la otra de las parábolas de hoy).

Ayer al despuntar el día, a eso de las 6 de la mañana, el Señor lo llamó a vivir definitivamente con Él. En la Residencia “El Buen Samaritano”, donde residía. Varias jornadas anteriores tuvo que pasar semanas internado en el Hospital Clínico, con neumonía. Y con su diabetes de años ya. D. Antonio nació en enero de 1921: ha fallecido con 87 años. Hijo de José Delgado y Encarnación Cabello. Encarnación y José, domiciliados en Málaga capital, en c/ Ollerías, tuvieron tres hijos, Antonio era el segundo de ellos.

En octubre de 1941 ingresó en nuestro Seminario Diocesano, en el curso 3º de Latín y Humanidades, tras la convalidación de los estudios que ya traía hechos. Muy buen estudiante, según consta en su expediente (salvo en Música y Canto, que aquí, dicho en familia, sabemos que era su talón de Aquiles). Siempre buen latinista, y disfrutando con ello; y con el inglés, más tarde.

Acabados sus estudios en el curso 1947-48, fue ordenado sacerdote en septiembre de aquel 1948: nos ha ofrecido, por tanto, el pan de la Eucaristía, el pan de la Palabra, y el perdón del Señor durante casi 60 años, como sacerdote entregado y ejemplar.

Pasó prestando su servicio, pasó haciendo el bien -podemos decir, recordando el libro de los Hechos de los Apóstoles-, resumiendo mucho, por los siguientes lugares:

  • Del 49 al 51: coadjutor de la parroquia de Periana.
  • En los años 50 y 51: cura párroco de Zafarraya y Ventas de Zafarraya. ¡Cuántas veces nos ha contado, con sus peculiares bromas: Estuve dos años en ventas y nadie me compró!
  • Hasta el 54, luego: cura de Iznate, Benamocarra, Macharaviaya y Cajiz.
  • Del 54 al 59 es coadjutor de la parroquia de San Juan Bautista, en Málaga.
  • Del 59 al 65: capellán y profesor en el colegio de “La Goleta”, de las Hijas de la Caridad.
  • Y, finalmente, durante 38 años, de 1965 al 2003: vicario parroquial de la Divina Pastora y Santa Teresa, y Capellán del cementerio de San Miguel.

Años éstos de constancia y paciencia: muchos vecinos los recuerdan como buen sacerdote, agradable, atento y cercano a los demás en momentos difíciles.

Nos unimos al dolor de su familia, de los compañeros, de los amigos. Y rezamos con todos ellos.

Y agradecemos su estupenda ayuda en los años últimos a las religiosas mercedarias de la Caridad, de nuestra Casa Sacerdotal, y al personal todo de la Residencia “El Buen Samaritano”.

¡Gracias por haber atendido en todo y tan bien a este hermano sacerdote!

Ponemos nosotros ahora a D. Antonio en los brazos del Señor, el Buen Pastor. El Señor lo llamó un día a ser apóstol, D. Antonio ha colaborado siempre con Él. El momento del encuentro en el cielo habrá sido un momento de brazos abiertos por parte del Señor, de confianza plena y descanso merecido por parte de D. Antonio.

Y, por allí cerca, entre los familiares y amigos del cielo, su primo: Don Manuel Díez de los Ríos, también sacerdote y tan querido y recordado por todos nosotros. Reencuentro, por tanto, de familia junto al Padre Dios. Con el Señor está D. Antonio. Y en el altar ofrecemos ahora la Acción de Gracias por el don, por el regalo, que ha sido su vida para la iglesia de Málaga.

Agradecemos su persona y su vida a Dios. Y aprendemos de la sencillez, la entrega, la generosidad y la humildad de nuestro hermano.

Antonio Aguilera Cabello

Autor: diocesismalaga.es

Más artículos de: Semblanzas
Compartir artículo