DiócesisHomilías

Visita pastoral a la parroquia de San Antonio de Padua (Málaga)

Publicado: 12/06/2016: 10016

Homilía pronunciada por el obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de San Antonio de Padua, el 12 de junio de 2016.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE SAN ANTONIO DE PADUA

(Málaga, 12 junio 2016)

 

Lecturas: 2 Sm 12,7-10.13; Sal 31,1-2.5.7.11; Gal 2,16.19-21; Lc 7,36–8,3.

(Domingo Ordinario XI-C)

 

1.- Pecado de David

Las lecturas de hoy nos presentan a dos personas que eran grandes pecadores. Uno, el rey David, quien tuvo la debilidad de matar a uno de sus mejores generales después de haberse acostado con su mujer; dos cosas graves. Y a David, que reconoció esos dos hechos y pidió perdón al Señor, y el Señor se lo concedió.

Cuando nosotros pedimos perdón al Señor, él siempre nos lo otorga. Esta es la convicción que tenemos: Dios perdona siempre. Aunque no sea así como actuamos nosotros. Nosotros no siempre perdonamos. Y, a veces, perdonamos diciendo: “yo te perdono, pero no olvido”. Esto quiere decir que no hemos perdonado.

Cuando Dios perdona olvida, como si no lo hubiéramos hecho. Hemos de aprender a perdonar como hace Dios.

 

2.- Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor

En la lectura del Evangelio, el segundo personaje es una mujer pecadora pública, una prostituta. Quien se pone a los pies de Jesús, en un gesto de petición de perdón; llora sus pecados y riega con sus lágrimas los pies de Jesús, los seca con sus cabellos y les pone el perfume de una fragancia exquisita. Estos gestos de amor el Señor sabe recompensarlos y le perdona sus pecados.

A nosotros también nos los perdona, sean cuales fueren. La misericordia de Dios es eterna y, hagamos lo que hagamos, nos perdona, pero hemos de pedirle perdón. No vale decir: “voy a vivir haciendo lo que deseo que Dios ya me perdonará”. El Señor quiere nuestra conversión y si hemos hecho una cosa mal o si hacemos algo que no es correcto y no cumplimos con la palabra del Decálogo, la Palabra de Dios, los diez mandamientos, hemos de pedirle perdón, y Él nos perdonará.

Por lo que el Señor también nos pide, es que cambiemos de conducta. David y la pecadora cambiaron de conducta. A nosotros nos pide que cambiemos de conducta.

 

3.- Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí

San Pablo en la carta a los Gálatas habla de la justificación. Y hay en ella una frase preciosa que dice: «Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20).

¿Podríamos decir nosotros lo mismo? ¿Podéis decir que pensáis como Jesús? ¿Qué actuamos como Jesús? ¿Qué vivimos como Jesús? ¿Qué Jesús está tan dentro de nosotros que nos identificamos con Él?

Hay un gran trecho entre Jesús, quién es y lo que nosotros somos. Mas el camino que hemos de recorrer es el que recorrió Pablo: hacer que nuestra vida se asemeje tanto a la de Jesús que podamos decir: “ya pienso como Jesús, ya hablo como Jesús, ya actúo como Jesús. Ya es Jesús quien vive dentro de mí. Ya no soy yo, ya no son mis pensamientos, ya no son mis pasiones, ya no son mis maneras de ser. Ahora es Jesús quién se ha encarnado dentro de mí, el que ha tomado figura dentro de mí”.

Fijaos en el bautismo, cuando nos impusieron el nombre se nos regaló la figura de Cristo. Figura que se desfigura en nosotros con el pecado y que volvemos a tener resplandeciente con el sacramento del perdón. El Señor quiere que su imagen, Él, tome carne en nosotros, se haga vivo dentro de cada uno de nosotros.

Queridos niños que estáis participando de la Eucaristía por primera vez este año, haced que Jesús viva dentro de vosotros para amarle y conocerle; pensad como Él y vivir como Él. Dejad que entre dentro de vuestro corazón y de vuestra alma.

 

4.- Visita pastoral

Hoy celebramos la Visita Pastoral a la parroquia de san Antonio de Padua. La Visita Pastoral es la venida del Obispo que quiere estar cerca de vosotros, conoceros, que me conozcáis y que dialoguemos juntos.

Por eso, hemos estado visitando a unos enfermos y esta tarde tendremos unos encuentros con cuantos queráis estar presentes, en la Asamblea final; y antes me reuniré con algunos grupos. Voy a estar este día con vosotros. De modo que no podéis decir que el Obispo está allá lejos, en la Luna. El que no me salude es porque no quiere, tanto después de la misa, en la comida o a la tarde. Tenéis la oportunidad de encontraros con el Obispo cara a cara, cerca. Que podáis decir: “he podido saludar personalmente al Obispo”. Ese es uno de los objetivos de la Visita Pastoral.

Otro de los objetivos es revisar cómo vamos, cómo va la parroquia, cómo vivimos la fe -si solamente venimos para celebrar la Eucaristía y olvidarnos cuando salgamos-. O si vivimos lo que dice san Pablo a los Gálatas: nuestra vida está tocada por la presencia de Cristo en la familia, en el trabajo, en los estudios, en la vida social.

Dentro de poco vamos a tener elecciones generales. La fe tiene que iluminar también las elecciones y la vida política. Eso de que la fe tiene que estar arrinconada en las iglesias les interesa a algunos políticos, pero no debe ser así. La luz de Cristo debe iluminarlo todo, también la política, también la economía. No nos van a dejar arrinconados, tenemos que salir. Hay que ir a votar y votar según Jesús, según el Evangelio. Pedid la luz al Señor, ¿qué es lo mejor para España en estos momentos? La Iglesia no dice a quién tenéis que votar, la Iglesia nos enseña, con la luz del Evangelio, los criterios con los cuales debo hacer la elección, pues no debemos mirar solamente mi comodidad o mi deseo o mi vida, sino el bien común, el de todos. No sólo de unos cuantos. Todo esto forma parte de la Visita Pastoral, es una reflexión que debemos hacer desde la fe.

La fe, si no va unida a la vida no vale. La fe sin obras, dice el apóstol Santiago, no vale. Y la fe no puede estar separada de la vida. Amar y creer en Dios debe transformar la sociedad.

 

5.- San Antonio de Padua

También celebramos la fiesta de san Antonio de Padua. San Antonio, allí donde está enterrado, en Padua, no lo llaman san Antonio, sino “el Santo”. Si vais a Padua no preguntéis dónde está la iglesia de san Antonio, con que preguntéis dónde está la iglesia del santo os la indicarán.

San Antonio de Padua no nace en Padua, muere en Padua, ciudad del norte de Italia. Nació en Lisboa, era portugués. Y lo llamamos de Padua porque allí murió y allí están sus restos. Pero san Antonio empezó siendo un religioso agustino, en una comunidad religiosa entorno a la Catedral, donde se dedicaban al estudio. Su vocación inicial fue a la vida religiosa, de los frailes agustinos.

Cuando nació, ¿qué nombre le pusieron sus padres? (Respuesta de los feligreses: Fernando). Exacto. Se llamaba Fernando. El nombre de Antonio lo tomará después, siendo sacerdote agustino. Nació en los años cercanos al nacimiento de san Francisco de Asís, quien sí nació en Asís. Pues bien, san Antonio era sacerdote agustino, cuando poco antes del año 1221, en Marruecos, mataron a unos frailes franciscanos. Sus cadáveres los llevaron a Lisboa, cosa que conmocionó a san Antonio. Tanto, que quiso ir a África a predicar, y sustituir así a aquellos franciscanos que habían recibido la muerte evangelizando. Y se embarcó, pero en lugar de llegar a África, el barco lo llevó a las costas del sur de Italia, donde se enteró de que había una reunión de franciscanos en Asís. Esta reunión fue tan importante que ha pasado a la historia con el nombre del “Capítulo de las esteras”, al que acudieron más de tres mil frailes franciscanos. Y allí, san Antonio, conoció a Francisco de Asís y pasó de ser agustino a convertirse en franciscano. Y comenzó a predicar. Pues era un hombre muy bien preparado.

Resumimos. San Antonio de Padua nace en Lisboa. El Señor lo llama a ser sacerdote de una congregación. Tiene una experiencia y aparece en Italia donde se encuentra con los franciscanos y se hace franciscano. Un gran predicador.

¿Quién ha llevado la vida de Antonio de Padua? Dios. La providencia de Dios le ha llevado casi sin darse cuenta. Y al final, se convierte en un gran santo.

Os pregunto a vosotros: ¿os dejáis llevar por el Señor, como Antonio de Padua, o cada uno quiere hacer su vida según sus proyectos personales sin contar con Dios? ¿Cuántas veces le decimos a Dios: “Señor, lo que tú quieras?”

Levantad la mano los que solemos decir: “Yo quiero”. Ahora vamos a levantar la mano los que vamos a decir: “Señor, lo que tú quieras de mí”. Hay que dejarse llevar por el Señor como se dejó llevar Antonio de Padua. De lo contrario la fe no toca nuestra vida. La fe tiene que tocar nuestra vida, la tiene que transformar.

Un ejemplo de esto, sucede en vuestra parroquia. En ella hay tres comunidades que no son, inicialmente, feligreses de aquí, pero ahora sí lo son. El Señor los llevó por sus senderos y encontraron el camino de la Comunidad Neocatecumenal, unos en San Patricio y otros en San Antonio María Claret, y ahora el Señor les ha traído hasta aquí, como a Antonio de Padua. Os ha traído a la Italia de san Antonio de Padua.

Vamos a pedirle al Santo, a san Antonio de Padua, que interceda por nosotros y que nos ayude a ser fieles a lo que nos pida el Señor, aunque tengamos que renunciar a nuestros proyectos. La Virgen María tenía sus proyectos y tuvo que cambiarlos para ser Madre de Dios, pero renunció a sus proyectos.

A la Virgen y a san Antonio de Padua les pedimos que nos ayuden a hacer la voluntad de Dios. Que así sea.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo