NoticiaEntrevistas Isabel Galisteo: «En casa, la Virgen es el centro de nuestras vidas» Isabel y Patrocinio Galisteo, ante la imagen de Santa María de la Victoria · Autor: S. FENOSA Publicado: 09/05/2016: 16288 Con el mes de mayo, llegan las peregrinaciones al Santuario de la Victoria. Los devotos acuden desde los más diversos lugares, pero Sta. María de la Victoria cuenta con dos devotas especialmente fieles: las hermanas Isabel y Patrocinio Galisteo, de 70 y 85 años respectivamente, quienes llevan una década acudiendo a diario, a las 8.30 de la mañana, a rezar el Rosario a los pies de la patrona. Isabel relata, en esta entrevista, el origen de su devoción a la Virgen. ¿De dónde les viene su devoción a Santa María de la Victoria? Esto viene desde que nacimos, porque nuestros padres eran muy devotos de la Virgen y nosotras hemos seguido y la queremos con locura. En casa, la Virgen es el centro de nuestra vida. Nosotras no somos de Málaga ,somos de Baena (Córdoba), cuya patrona es la Virgen de Guadalupe. El hecho de venir a la Victoria es porque vivimos muy cerquita y, desde que murió mi cuñado, hace 10 años, mi hermana y yo venimos a diario. La Virgen es una cosa muy grande para nosotras. ¿No les supone mucho esfuerzo? Para algunos es mucho madrugar... No crea, porque nos levantamos muy tempranito. A veces llegamos incluso antes de que abran la iglesia y lo empezamos a rezar en la puerta. ¡Y los domingos descansamos! ¿Y usted, Isabel, qué le pide a la Virgen? ¡Dios mío, paz! Sobre todo paz. Luego por los niños, que tengo auténtica locura por ellos, por la familia... Pero sobre todo paz, que tanta falta hace. Después de tantos años ¿Cómo se dirige a ella? ¿Como a una amiga? Como a una amiga no, como a una madre. Como se le habla a una madre. Cuando oigo que alguien no ama a la Virgen les digo, pero, ¿como podéis vivir sin una madre? Es que una madre es tan importante en nuestra vida que no entiendo cómo pueden vivir sin ella. ¿Cuál es el aspecto de la vida de María que más admira? Admiro su virginidad. Ella lo dio todo y eso cuesta mucho. Usted también ha dedicado su virginidad al Señor ¿Ha valido la pena? Soy consagrada. Mi vida ha sido dedicarme a los que me rodeaban porque mis hermanos se casaron y yo me quedé con mi madre. Siempre he tratado de hacer todo el bien que he podido a los que estaban a mi alrededor. Me necesitaba la familia y me he dedicado por entero a ellos. He procurado hacer de la casa un pequeño Nazaret. Tiene tres sobrinos nietos ¿Les transmite también su amor a María? Les hablo mucho de ella. Les digo: «poneos delante de la Virgen, dádselo, que sin ella no podemos vivir. Vais a tener muchas dificultades en la vida pero con ella las tendréis de otra manera. Dificultades tenemos todos; pero, con ella, todo se puede soportar». O sea que la Virgen acompaña en el dolor pero no quita el sufrimiento... ¡La Virgen no te lo quita, qué va! Ya ve usted, que yo tengo un cáncer, pero me he cogido a ella de una manera que lo llevo perfectamente. ¡Conque mire si es grande! En cinco años llevo 10 operaciones porque se ha extendido a diversas partes del cuerpo. Si no fuera por ella, yo no sé como iba a llevar esto. ¡Y encima con esta alegría! Esto hay que decirlo porque la gente no puede entenderlo. Pero vamos, eso es porque el Señor quiere que sea así. Yo no soy nada sin Él.