Coches, avionetas, muñecas, bicicletas o patines fueron algunos de los regalos que los más pequeños recibieron ayer. Los malagueños aprovecharon el buen tiempo del lunes para disfrutar en familia de lo que trajeron los Reyes. Eso es bueno. El día de Epifanía pudimos ver cómo los niños jugaban con sus regalos. Y lo hacían con sus papás, con sus hermanos, con sus abuelos, con sus tíos…. Es necesario divertirse. Pasar tiempo en familia. Relacionarse y jugar.

Hay juguetes que favorecen el individualismo. Y hay juguetes de ayer y de hoy que permiten relacionarse y aprender jugando. Esos interesan. Aunque inicialmente sea más atractivo adquirir algunos en concreto para que los niños no molesten. Sobre todo cuando vamos corriendo sin apenas tiempo ni asiento.

Es recomendable hacer uso de juguetes que favorezcan el desarrollo de la imaginación y la relación entre personas. Conviene hacer uso del espacio y del tiempo jugando con los más pequeños del hogar. El éxito de un anuncio de publicidad en el que el niño grita emocionadamente: ¡un palo! a parte de alguna conexión con el subconsciente del adulto, es porque un palo puede convertirse en cualquier cosa: una espada, un bastón, un instrumento…. La imaginación es una capacidad humana infrautilizada. Como también arrinconamos las posibilidades de relación entre personas en el ámbito doméstico. El capitalismo neoliberal aborrega. Se rompe algo: se compra. Se necesita algo: se compra. Se olvida que no siempre hay que recurrir al consumo. Como también se olvida que hay que invertir tiempo en jugar, crear y relacionarse con los hijos. Quizá exijan más dedicación de los padres. Que tengan que pasar más tiempo con los niños, pero eso es bueno. Es una forma bella y necesaria de afianzar los lazos familiares.

Artículo publicado en SUR en la columna El Alféizar 7.1.14