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¡Bienvenidos a la Eucaristía!

Publicado: 31/03/2010: 676

Miles de niños darán un nuevo paso en su iniciación cristiana. Es Pascua florida. La liturgia de la Creación nos habla de Resurrección. Es tiempo propicio para la fiesta.

Por eso, en este contexto, las parroquias y comunidades cristianas celebran la primera participación de sus miembros más jóvenes en el sacramento de la Eucaristía. Con el eco del Aleluya pascual, miles de niños malagueños y melillenses dan, en este tiempo, un nuevo paso en su iniciación cristiana.

Corresponde ahora a las parroquias, o a los colegios religiosos que han venido acompañando a estos chicos en su proceso de fe, el hacerles ver que este gran día es sólo un hito –muy importante, eso sí– en un recorrido que busca propiciar “un auténtico seguimiento de Jesucristo” e “introducirlos en la comunidad eclesial”.

Pero lograr este propósito no es fácil, porque hay que enfrentarse a una serie de condicionamientos propios de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia. El acontecimiento social eclipsa, en numerosas ocasiones, el sacramento en sí y la inserción de éste dentro de un proceso más largo que lleva hacia la plenitud de la vida cristiana.

El secularismo, la debilidad de la fe y la indiferencia religiosa, presentes en nuestra sociedad, han privado a muchísimos hombres y mujeres de nuestro tiempo del regalo de la fe y de la comunión con la Iglesia. Y ha sido ahora, cuando sus hijos se han insertado en la parroquia, cuando algunos se vuelven a acercar a los sacramentos y a la vida de la comunidad cristiana. Es una oportunidad también para las parroquias de acoger a esos hijos pródigos con la ternura y la misericordia del padre de la parábola. No es momento para echarles en cara el haberse ido, no es hora de reclamarles lo que han dilapidado. Muchos vienen muy heridos porque la vida fuera del redil es mucho más dura que la de los que se quedan dentro y no se puede esperar un cambio de vida de la noche a la mañana. También para ellos la Iglesia ofrece procesos con el fin de que conozcan, celebren y vivan el Evangelio de forma gradual y lleguen a la madurez de la fe.

Si la alegría de los niños que participan por primera vez de la Eucaristía es enorme, no menos grande debe ser el gozo de la comunidad cristiana que los acompaña en este día tan importante. Cuidando la liturgia, estaremos haciendo presente la importancia del sacramento. No se trata de que los niños “actúen” y hagan “cosas bonitas”, sino de que puedan estar atentos y tranquilos, para vivir el encuentro con Jesús presente realmente en las sagradas especies. Ojalá muchos puedan cantar, durante muchos años después: ¡Aleluya! ¡Cristo ha muerto y ha resucitado! ¡Y me espera en la mesa eucarística!

(Tomado del artículo de "Redacción" de la revista "Diócesis")

Autor: diocesismalaga.es

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