Acogido por vivas y aplausos, Benedicto XVI resaltó en su mensaje que al igual que María, la Iglesia no tiene miedo, ya que su fuerza está en el Niño y que por ello ofrece a Jesús a "cuantos lo buscan con corazón sincero, a los humildes de la tierra y a los afligidos, a las víctimas de la violencia, a todos los que desean ardientemente el bien de la paz".

El Papa agregó que "también en esta época marcada por una grave crisis económica, pero antes de nada de carácter moral, y por guerras y conflictos, Cristo es la esperanza del hombre”.

El Obispo de Roma hizo un recorrido por el mundo y exhortó a Europa y a América del norte "a superar la mentalidad egoísta y tecnicista, a promover el bien común y a respetar a los más débiles, comenzando por los que aún no han nacido", en clara referencia al aborto. También hizo un llamamiento al respeto de los derechos inalienables de cada persona y a su desarrollo integral.

Benedicto XVI pidió a los habitantes de la tierra donde nació Jesús que abandonen "toda lógica de violencia y venganza", y se comprometan "con renovado vigor y generosidad en el camino hacia una convivencia pacífica".

Así mismo, aseguró que la Iglesia es solidaria con los afectados por las calamidades naturales y por la pobreza, y llamó a acoger a los que emigran de su tierra a causa del hambre, la intolerancia o el deterioro ambiental.

Tras el Mensaje, impartió la bendición "Urbi et Orbi" en 65 idiomas.

Más información en la web del Vaticano.