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Adviento, tiempo de promesas y Esperanza

Publicado: 01/12/2009: 598

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El próximo domingo es el Segundo de Adviento, un tiempo de promesas y de Esperanza que siempre comienza con las primeras Vísperas del domingo más cercano al 30 de noviembre y termina antes de las primeras Vísperas de Navidad.

Cada uno de los cuatro domingos de Adviento incide en un aspecto: el primero, en la vigilancia en espera de la venida del Señor; el segundo, en la conversión, en boca del Bautista; el tercero, en el testimonio de María, la Madre del Señor, que vive para servir al prójimo; y el cuarto, en el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a María y a José. Los nueve días anteriores a la Navidad, del 16 al 24 de diciembre, se dedican de forma especial a la preparación de la gan fiesta del Nacimiento del Señor.

El segundo domingo de Adviento, el de la conversión, y uno de los sacramentos que nos ayudan a hacerla realidad es el de la reconciliación, el perdón o la penitencia. Pedir perdón no nos hace débiles ante los demás; recibir el sacramento de la reconciliación nos ensancha el corazón con la gracia que Dios nos concede y nos prepara para acoger al Señor, que quiso nacer como un niño pequeño.

“Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos...”. Ésta es la invitación que hoy nos hace Juan Bautista, con palabras de Isaías, para anunciarnos que el Señor ya está cerca y que es el tiempo de preparar su venida. Recogiendo esta invitación del precursor, vamos a presentar algunas de las modalidades de celebraciones penitenciales que se están organizando en varias parroquias y arciprestazgos de toda la diócesis.

No se trata de organizar un acto penitencial porque estamos obligados a confesar en Adviento, en palabras de Fernando Jiménez Villarejo, párroco de San Juan de Ávila, “no es una obligación, es un deseo de conversión, de renovación, de vida nueva”. En este sentido, Francisco Ruiz Salinas, párroco de Churriana y arcipreste de la zona de Coín, afirma que “a todos nos viene bien recibir el perdón, la gracia de Dios y lo necesitamos. Es cierto que en Cuaresma acuden más personas a recibir el sacramento de la reconciliación, pero también es cierto que cada vez son más los feligreses que descubren el valor del perdón a través de la catequesis y de la formación que reciben en los grupos y comunidades a los que pertenecen. Podríamos decir que es una revisión que pasamos antes de que nazca el Señor, para que nos encuentre con la casa limpia a su llegada”.

En medio de tantas luces como vemos en nuestras calles, un corazón sincero es el mejor adorno que podemos ofrecer en esta Navidad.

Autor: Revista Diócesis

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