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«El Señor de Europa»

Publicado: 23/11/2009: 480

•   La Religiosidad Popular frena el avance implacable del laicismo

A los pocos días de conocer la sentencia del Tribunal de Estrasburgo que prohíbe la presencia de crucifijos en las aulas, miles de malagueños tomaron las calles de la ciudad para acompañar a la imagen de Ntro. Padre Jesús Cautivo en su salida extraordinaria con motivo del 75 aniversario de la cofradía.

Fue, sin duda, una multitudinaria expresión de la fe del pueblo en el espacio público. ¿Qué pasaría si se enteraran en Europa de que en Málaga no hay colegio, hospital o centro público que no cuente en alguna de sus paredes con una imagen del Cautivo, aunque sea en un calendario en el despacho del conserje?

El Santo Padre recordó hace poco, en su discurso de bienvenida al nuevo jefe de la delegación de la Comisión de las Comunidades Europeas ante la Santa Sede, Ives Gazzo, que no es que Europa comparta unos valores sin más, sino que “más bien han sido estos valores compartidos los que la han hecho nacer. Estos valores –continúa el Papa– son el fruto de una larga y tortuosa historia en la cual, nadie puede negarlo, el cristianismo ha tenido un papel de primer plano”.

Al defender la presencia de símbolos cristianos en espacios públicos, la Iglesia es acusada de pretender privilegiarse sobre otras confesiones o de buscar espacios de poder, sin tener en cuenta que es el pueblo (los ciudadanos, los votantes) el que siente esos símbolos como parte de su identidad.

La Iglesia, como ha señalado en numerosos documentos, no desea un estado o una Unión Europea confesional, pero tampoco se calla ante los abusos de quienes pretenden que sea una institución laicista.

Los cerebros de Bruselas han tomado el euro como piedra angular en la construcción de una Europa unida. Y la economía es importante, sí; pero si se fijaran en las carteras de los malagueños, verían que, además de algunos euros (cada vez menos, porque la crisis ha demostrado que el dinero es un dios huidizo), la gran mayoría lleva una estampa del Cautivo, de la Virgen del Carmen o de tantas otras imágenes que nos hablan de nuestra dimensión trascendente. Y esta realidad no puede ser pasada por alto por los funcionarios europeos.

Hay mucho que purificar, qué duda cabe, en la religiosidad popular, pero hay que reconocer que es el mejor freno frente al implacable avance del laicismo. Nos corresponde ahora, a los cristianos, demostrar con nuestra vida que esos símbolos que sacamos a la calle o que llevamos en nuestro billetero, no son sólo folclore, reclamo turístico o superstición, como pretenden algunos, sino expresión de una fe que se manifiesta en nuestra apuesta por la vida, por la familia, por la ayuda al necesitado... El Cautivo es “El Señor de Málaga”; pero en cada ciudad, pueblo o aldea de nuestra amada Europa hay “un Señor”, una advocación mariana, una ermita, un santo patrón o una catedral que nos dice quiénes somos y de dónde venimos. Obviarlo hará imposible saber hacia dónde vamos.

Autor: Revista Diócesis

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