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Cursillos de cristiandad, un camino de conversión

Publicado: 23/11/2009: 492

•   En Adviento, esta experiencia nos invita a encontrarnos con Cristo

“Los del cursillo 0” los llamaron. Un grupo de malagueños que, en el año 1959, acudieron a Daimiel (Ciudad Real) para vivir la primera experiencia de cursillo de cristiandad.

El 26 de febrero del año siguiente, animados por el obispo de Málaga, el cardenal Herrera Oria, se inició este apostolado en nuestra diócesis. En vísperas de cumplir las bodas de oro, Cursillos no se considera en crisis sino al contrario. “Son muchos años de anunciar la Buena Noticia a miles de personas, siempre nueva y sorprendente -dice Pepita Ledesma, presidenta de Cursillos en Málaga. Hoy más que nunca la experiencia de Dios es básica para construir nuestra vida. En una sociedad plural y laicista, el cristiano ha de estar convencido de lo que cree. La teoría sola no basta. Hay que experimentar a Cristo vivo”.

Comenzamos el Adviento mirando a esta iniciativa consolidada de conversión.

Los hombres y mujeres de hoy vestimos de modo diferente a los de hace cincuenta años, hablamos otro lenguaje, incluso ha cambiado nuestra forma de relacionarnos entre nosotros y con el mundo que nos rodea, pero lo que no cambia es la necesidad de encontrar respuestas a los anhelos de nuestra vida. Los cristianos seguimos ofreciendo la única que para nosotros es “el Camino, la Verdad y la Vida”. Quizás por eso, desde hace años no se anula ningún cursillo por falta de personas.

“Siempre hay quien busca un camino hacia la felicidad o desea renovar su fe, es una necesidad interior que todos tenemos”, afirma Ledesma.

El cursillo de cristiandad es una experiencia abierta a cualquier persona, sin importar su procedencia ni su camino personal, porque Dios nos llama a cada uno de forma particular. Esto se refleja en el perfil de los cursillistas. “Las personas son muy variadas, adultos, hombres y mujeres, jóvenes, estudiantes, matrimonios, también emigrantes que no quieren perder su fe, personas solas, intelectuales que están en búsqueda...

Todos vienen con la ilusión de vivir el cursillo, sabiendo que algo bueno les va a aportar. El Secretariado de Cursillos de Cristiandad, en la diócesis, está formado por ocho personas: consiliario, presidenta, vicepresidenta, secretaria, tesorera y varios vocales. Este órgano coordina la Escuela de Cursillos, compuesta por unas 50 personas, contando también con algunos curas colaboradores. Gracias a ellos, las personas que realizan un cursillo salen con el corazón removido, con una sonrisa en los labios y con una tonadilla en la mente: “de colores”. Y es que toda la vida se transforma, cuando se ilumina a la luz de Cristo.

Sin embargo, lo más difícil de un cursillo es lo que viene después. “El post-cursillo es una parte tan importante como el propio cursillo, dice la presidenta. Se busca que esas personas vivan su fe en comunidad, porque si no, esa llama puede apagarse. Por eso, desde el movimiento ofrecemos crear grupos de vida, donde vivir a la luz del Evangelio. Todo comienza con las Ultreyas, reuniones de los que han hecho cursillos, para compartir su testimonio. En el postcursillo se ofrece un campo abierto de posibilidades en la Iglesia. Pasa a veces, que las personas llegan a sus parroquias con muchas ganas de hacer cosas y ponerse al servicio, y no encuentran apoyo o espacios donde poder compartir. Entonces se van a otros voluntariados. El tema de la acogida en las parroquias es crucial y cada vez se le está dando más importancia”.

Autor: Revista Diócesis

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