Pero ¿quién es María? María de Nazaret es una mujer de nuestra raza. Nace de un fértil vientre de mujer. Nace de otra mujer. Cuenta
la tradición que se llamaba Ana. María se había desposado de José siendo adolescente. Se querían a rabiar. Quedó muy claro cuando decidió aceptarla como esposa. Y cuando la acompañó con Jesús en la huida a Egipto. Lo echó mucho de menos cuando asesinaron al hijo de sus entrañas. Que en la agonía de Jesús no pudo dejar de pensarlo, de recordarlo. De recordar el apoyo que, como madre y mujer, encontró en aquel hombre que se desvivía por ella y por el hijo de Dios.

Al lado de José, en aquella Iglesia doméstica, que era su familia, se sentía bien acompañada, se sentía casi con respuestas. María vivía en Nazaret, una pequeña población. Andaba por allí alumbrando el mundo con su inagotable vocación de trabajo, con su fe en las promesas del Dios de sus padres, con su gusto por las palabras, con su mirada contemplativa abierta desde temprano y con sus pies que resistían el día con el ánimo intacto hasta el anochecer como victoria diaria.