DiócesisHomilías Peregrinación del arciprestazgo de Santa María de la Victoria al Santuario de la Patrona (Málaga) Publicado: 16/05/2012: 1104 Peregrinación del arciprestazgo de Santa María de la Victoria al Santuario de la Patrona (Málaga) celebrada el 16 de mayo de 2012. PEREGRINACIÓN DEL ARCIPRESTAZGO DE SANTA MARÍA DE LA VICTORIA AL SANTUARIO DE LA PATRONA (Málaga, 16 mayo 2012) Lecturas: Hch 17, 15.22 − 18, 1; Sal 148; Jn 16, 12-15. 1.- Muy queridos sacerdotes, estimados fieles. En este mes de mayo soléis venir a la casa de la Madre a saludarla. Os felicito por este gesto que hacéis como arciprestazgo, aparte de que cada fiel puede pasar por el Santuario siempre que lo desee a rezarle a la Madre. Enhorabuena por este gesto, y os animo a que lo mantengáis y que cada año puedan participar más fieles. En la lectura que hemos escuchado hoy del libro de los Hechos de los Apóstoles narra un acontecimiento muy conocido y peculiar de la vida de san Pablo en la ciudad de Atenas. Acude al Areópago, donde se exponen todo tipo de doctrinas, de religiones, de opiniones, es el foro donde la gente va a hablar desde los que tienen cosas importantes que decir hasta los charlatanes. En ese foro, san Pablo aprovecha para hablar de Dios. Fijándose en un gesto pequeño de la religiosidad de los atenienses, él había visto que había un altar dedicado «al Dios desconocido» (cf. Hch 17, 23). Toma pie a raíz de esa religiosidad popular para plantearles el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, para presentarle a Jesucristo. 2.- San Pablo nos da la lección de saber captar esa expresión de fe muy sencilla, muy superficial, no explícita en el Dios de Jesucristo, sino de fe y de religiosidad popular. Meditando este texto podemos preguntarnos: ¿cómo hacemos nosotros? A veces nos planteamos la religiosidad de nuestros paisanos, la pertenencia a asociaciones, a cofradías, a movimientos, la expresión de la misma piedad popular de venir a ver a la Virgen, gente que a lo mejor ni siquiera celebran la Eucaristía habitualmente los domingos. Solemos ser muy críticos, a veces descalificando a los otros porque no viven de acuerdo a los principios que pensamos que son los adecuados. Puede que tengamos razón de que hay muchas personas que tienen una religiosidad nimia. Pero Pablo aprovecha esos gestos y esa pequeña llama que hay en el corazón de los hombres que les abre a la transcendencia. En estas semanas de la Visita Pastoral a las distintas parroquias, estamos dialogando sobre cuál es nuestro testimonio entre nuestros paisanos. Tenemos que dar un testimonio de fe en Jesucristo y en el Dios y Padre de Jesucristo. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo ser testigos de la fe que vivimos y que profesamos ante tantas personas que son indiferentes, a veces son contrarias, o no manifiestan interés alguno, pero que pueden mantener esa pequeña llama de fe o de religiosidad o de creencia en algo, o que quizás puede que no sepan expresar esa fe? 3.- En el Evangelio el Señor ha dicho que cuando nos envíe el Espíritu Santo nos irá haciendo comprender mejor toda la realidad que Él es y que Él ha vivido (cf. Jn 16, 12). Él nos ha ido enseñando, iremos penetrando los misterios. En una oración de inicio del tiempo de Cuaresma pedíamos que el Señor nos ayudara a penetrar en los misterios. El tiempo cuaresmal nos acompañaba en esa reflexión, profundización y penetración del misterio de la fe en Cristo. Esto lo hemos celebrado y ahora el Señor nos promete el Espíritu Santo. Ese Espíritu nos ilumina, nos da luz, nos da unos ojos penetrantes para conocer mejor quién es Dios y cual es nuestra relación con Él. Aceptemos al Espíritu que el Señor nos envía para iluminarnos, para enardecer nuestro corazón y para llevarnos más cerca del Señor. 4.- Vamos a pedirle a la Virgen que nos ayude a saber acercarnos a cada una de las personas en la situación en la que se encuentren de religiosidad. Y saber decir una palabra de aliento para que esa llama no se apague, sino que vaya en aumento, como reza en el texto antiguo-testamentario cuando afirma que el hombre de Dios no apaga ni siquiera el pábilo vacilante. Una mecha humeante que le quedan segundos de vida no es apagada y no se quiebra la caña cascada (cf. Is 42, 3). Le pedimos a nuestra Madre, la Virgen, que nos ayude a avivar esa mecha humeante o a prender la llama de la fe en esa mecha humeante y a mantener la caña cascada sin quebrarla, sin romperla. Ayudad a nuestros contemporáneos, a nuestros cercanos y vecinos, a nuestras familias y amigos, acercarle a la Virgen, acercarle a la fe. Hablarles a ellos de Dios y de la Virgen, y hablarles a Dios y a la Virgen de ellos. La Virgen, como bien sabéis, fue muy dócil al Espíritu; se dejó, en primer lugar, llenar interiormente por el Espíritu; se dejó fecundar por el Espíritu y quedó llena de gracia. Por eso le pedimos a la Virgen que nos dejemos penetrar y llenar del Espíritu para comprender con mayor profundidad el misterio de Jesús, el misterio de la fe, para vivirlo con amor y con esperanza. Que la Santísima Virgen Santa María de la Victoria nos ayude en estas dos invitaciones o compromisos que las lecturas de hoy nos ofrecen: en primer lugar, la de ser testigos y testimonios de la fe en nuestra sociedad; y, en segundo lugar, la de acercarnos para hablar de Dios a nuestros paisanos, y la de dejarnos penetrar por el Espíritu Santo. Que así sea. 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