Releyendo estos días una novela del brasileño José Mauro de Vasconcelos, "Mi planta de Naranja Lima", cuya lectura recomiendo, recordé la historia de Zezé.

Vasconcelos era mestizo de portugués e india y había sido boxeador en su juventud. Escribía divinamente, a ritmo de samba, o del juego de piernas de un combate, y con una ternura inusual en esa clase de deportistas. 

Era Zezé, un niño de una paupérrima favela, cuyos padres, previendo que no podían regalarle nada por la Navidad que se acercaba, inventan perderle a su hijo el único gran tesoro que tenía: una pelotita blanca de goma, que hacía tiempo que había abandonado su lustre y blancura. El otro tesoro del niño era la planta que da nombre a la novela, sobre la que montaba a caballo todos los días. Zezé se apena los primeros días aunque, como cualquier niño, pronto se olvida de la pérdida. Sin embargo, cuando llegó el día de Navidad, descubre con gran alegría que el Niño Jesús le ha regalado una pelotita blanca, idéntica a la perdida, solo que más nueva. Días antes sus padres la habían lavado y secado cuidadosamente.

Durante esta crisis sanitaria y económica, todos hemos perdido algo. Algunos, lo que es más grave, un familiar o un amigo. Otros, han disminuido mucho, poco, o peor, totalmente, sus ingresos. ¿Y ahora qué? nos preguntamos. Dios, como padre, ha visto ensuciarse con la mugre del egoísmo esta pelota de piedra que flota en el océano infinito del universo, y la ha lavado con el agua y el jabón de la solidaridad, de la entrega y de la esperanza. Ojalá apreciemos ese regalo y lo conservemos. Lo con-salvemos. Lo tenemos que hacer entre todos. Redescubriendo cada día los sencillos valores de la vecindad, de compartir lo bueno y lo malo, del olvido de nosotros mismos. Parafraseando a Tagore, al referirse al nacimiento de un niño, “para el futuro, Dios aún confía en el hombre”. Ese es su mensaje.

Sobre el autor

Federico Romero Hernández (Tetuán, 1937) es doctor en Derecho, ha sido profesor titular de la UMA y de la Escuela Nacional de Administración Pública de España, secretario general del Ayuntamiento de Málaga, Medalla de Oro de la Ciudad e Hijo Adoptivo de Málaga. Un hombre con un gran sentido del humor que habla con un cariño inmenso de su mayor tesoro, su familia: su esposa, ocho hijos, ocho yernos y nueras, 23 nietos y una biznieta. Hace un año publicó su última obra “La nueva vejez. Cómo ser viejo en la era digital y no morir en el intento”.