Noticia Diario de una adicta (XV). La visita de Esteban Publicado: 19/06/2016: 2813 A los ocho días de mi ingreso y cuando me encontraba sola, apareció Esteban en la puerta de la habitación. Me negué a saludarlo y al acercarse con gesto de timidez para darme un beso lo esquivé de forma contundente. Ni quería ni deseaba su presencia. Lo tenía apartado y desechado de mi mente. Mi corazón estaba en carne viva, sangrando y herido por el desengaño. Se sentó en silencio y colocó el ramo de flores sobre la mesilla de noche sin atreverse a dármelo. Después de un rato intentó cogerme la mano que yo retiré inmediatamente con fuerza y resolución para borrar dudas de mi actitud. Mi silencio era total, insinuando una ignorancia, que a pesar de todos los pesares, tenía que forzarla. Al cabo de más de media hora sin dejar de mirarme con tristeza, se echó a llorar de manera compulsiva y con la cabeza agachada me relató una historia que yo, al principio, pensaba que era inventada y como justificación al olvido que me había sometido. Me dijo que después del accidente, cuando llegó al hospital, le hicieron unos análisis porque tenía un golpe en la cabeza, y en las radiografías se veía una posible lesión cerebral, que de confirmarse, podría tener graves consecuencias, por eso al día siguiente le harían una tomografía. El diagnóstico no se confirmó, y el TAC eliminó las dudas, pero el miedo todavía lo tenía casi paralizado. Además, en el análisis que le hicieron, salió positivo a heroína, cocaína y alcohol, y encina encontraron tres papelinas en el coche. Total que la policía estaba detrás de él y que no quería que yo supiera nada para no darme ninguna irritación. A pesar de todo, me decía, no había dejado de pensar en mí de manera permanente, aunque se le iban las ideas y a veces no sabía ni donde se encontraba y perdía el sentido de la realidad, de la hora, día y lugar en que vivía. Llorando sin parar, insistía que no sabía el tiempo que le quedaba de vida, pero que lo iba dedicar a mi persona, aunque yo lo despreciara.