NoticiaEntrevistas Juan Manuel Ortiz: «La fe y la moral ofrecen respuestas a la vida real de la gente» Publicado: 10/11/2020: 16322 TESIS DOCTORAL Juan Manuel Ortiz Palomo (Antequera, 1972) ha defendido su tesis doctoral tras seis años de estudio en Roma. En esta entrevista explica a los lectores de DiócesisMálaga algunas claves de su investigación protagonizada por la familia: "La familia en la Teología Moral postconciliar española. Estudio a partir de los aportes de los profesores A. Fernández, E. Azpitarte, M. Vidal y J.R. Flecha". El pasado 13 de septiembre celebró 17 años desde su ordenación sacerdotal en la Catedral de Málaga, ¿cuál ha sido su servicio pastoral en este tiempo? Durante diez años he sido cura de pueblo, como párroco en la Serranía de Ronda y en el Valle del Genal, después serví en la comarca de Antequera, en Cuevas de San Marcos y Cuevas Bajas y me encontraba en la Axarquía (Cómpeta, Canillas de Albaida y Archez) cuando me enviaron a estudiar a Roma. He vivido muy a gusto lo de ser el ser cura de pueblo porque son localidades más pequeñas que te permiten trabajar de una manera muy cercana a la gente y eso es muy enriquecedor, es un buen sitio para aprender a ser cura. Y después de este ser cura de pueblo, llegó el ser de nuevo estudiante. ¿Qué destacaría de este tiempo de formación? En principio, fui por dos años, para realizar la licenciatura en Teología Moral y, estando allí, me pidieron que siguiera adelante y elaborara la tesis doctoral, con lo que se alargó el tiempo previsto. Lo cierto es que, ir a Roma, es una oportunidad única en la vida de un sacerdote, en su ministerio; una oportunidad de enriquecimiento personal muy grande y también de ser consciente de que sigues siendo cura sentado en la silla de estudio y formándote para después poder dar a los demás eso que aprendes. Su regreso a Málaga tuvo lugar junto antes de comenzar la pandemia, ¿cómo ha vivido este tiempo de confinamiento, limitaciones, dolor y también esperanza? Así fue, el curso pasado lo comencé en Málaga, pero siendo aún estudiante, concluyendo la tesis. Mi tarea pastoral fue la de capellán de un convento de clausura y, he de decir, que ha sido una experiencia muy enriquecedora porque seguía haciendo lo mismo que en Roma, estudiar, pero con un servicio pastoral: atender a mis Carmelitas de Montemar, en Torremolinos. Allí estaba yo cuando llegó el confinamiento, con las correcciones de la tesis doctoral y muy centrado en el trabajo, así que, por ese lado mi día a día cambió poco, a diferencia de otros compañeros a los que su realidad pastoral les cambió por completo. Yo seguía celebrando la Eucaristía con las religiosas todos los días, incluso en Semana Santa, tuvimos la oportunidad de celebrar en comunidad, en familia, esos días grandes de nuestra fe, pues éramos un “núcleo familiar”. Fue una verdadera delicia. Sentía dolor al ver a mis compañeros celebrando la Misa solos, online, sin tener una pequeña comunidad, como tenía yo, con la que vivir la hermosa experiencia de poder seguir celebrando la fe, incluso en medio de la pandemia y del confinamiento. La defensa de la tesis, en plena pandemia, tuvo que ser con retransmisión online, sin muchos amigos y familiares que le pudieran acompañar. Cuéntenos la experiencia. La defensa de la tesis estaba prevista para finales del mes de abril pero, en ese momento, todos estábamos aún confinados. Mi segundo director, el redentorista Alberto de Mingo, me aconsejó dejarlo para el mes de octubre, que era la fecha tope que nos permitía la Academia Alfonsiana, pensando que iba a ser una época más tranquila. Al final, siguiendo todas las medidas de seguridad necesarias, se celebró el acto, con la participación online de alguno de los miembros del tribunal y con la presencia de familiares y amigos muy reducida, eso sí, la pudieron seguir en directo por Youtube. Uno piensa que concluir esta etapa es un momento perfecto para celebrarlo con las personas que más quieres, además en una ciudad tan bella como Roma, pero todo fue distinto. Me acompañaron los sacerdotes malagueños que están estudiando en Roma, el rector de la casa Monserrat, en la que me alojé, y algunos de los compañeros con los que compartí aquel hogar, las religiosas que cuidaban de nosotros y mi hermana y mi cuñado, que se pudieron desplazar hasta Roma. Un tema apasionante el que ha elegido para su tesis doctoral, ¿a qué conclusiones ha llegado? Hay quien aún mira la Moral con recelo, pues piensa que todo son prohibiciones, ¿cuál es la pasión de la Teología Moral? Justamente ese fue uno de los motivos que me llevó a trabajar el tema de la familia: ofrecer en el estudio lo que la Iglesia ofrece en estos temas. De la mano de los autores que me ha tocado estudiar, que son los que en el posconcilio, después del Vaticano II, reflexionan sobre el tema de la moral de la persona y la moral de la familia, y a la luz de la exhortación del papa Francisco “Amoris laetitia”, en la que recoge el trabajo de los sínodos y hace una valoración de la situación actual del matrimonio y de la familia, las conclusiones principales serían: que la Teología Moral sí tiene algo que decirle a las familias hoy, aunque las familias hayan cambiado mucho; que sí hay un motivo de esperanza, un motivo para seguir adelante; y que la moral, al final, lo que pretende es lo mismo que el Evangelio, que la gente conozca al Señor, conozca la Buena Noticia y sea feliz. El camino del hombre es vivir en Dios y ser feliz en Dios, pues ahí está la cosa. Si todo lo entiendes a través de leyes, normas y prohibiciones, terminas con las manos en la cabeza, es lo que Jesús le achacaba muchas veces a los fariseos, que ponían muchas normas y reglas y después no hacían nada para que la gente lo cumpliera. El que vive un encuentro con el Señor, el que sabe que vivir en el Señor es ser feliz, sabe que hay cosas que no están bien; y eso que viene desde nuestra conciencia nos va iluminando y ahí están las conclusiones a las que llega la tesis. Hay un nuevo paradigma, la realidad está pidiendo que sea iluminada por la Buena Noticia y esa buena noticia del matrimonio y de la familia tiene un sitio en la Iglesia y en las familias, a las que anunciamos ese evangelio. El regreso a la tarea pastoral, tras la defensa de la tesis ha sido bastante intenso: párroco de San Fernando, Vicario para la Acción Caritativa y Social, profesor… Así es. Ha sido un regreso muy deseado, pues lo que uno echa de menos durante los años de estudio es precisamente la vida pastoral. Pero, como bien dices, he vuelto con intensidad (ríe) a una de las parroquias en la zona de crecimiento de Málaga, la de San Fernando, y como Vicario de la Acción Caritativa y Social. Es verdad que vive uno casi desbordado porque son muchas cosas, muchos detalles, muchas cuestiones de las que, poco a poco, se tiene que ir empapando uno; además en un curso como este, que no se terminó y se está concluyendo ahora. La verdad es que todo hace que sea una tarea complicada, pero bueno, con paciencia y poquito a poco vamos viendo cómo responder a las necesidades. El papa Francisco nos recomienda, una y otra vez, que oremos y que demos las gracias. ¿Cuál es su acción de gracias? Pues me quedo con la acción de gracias que hice al terminar la defensa de la tesis doctoral. El tribunal me dio la oportunidad de dar gracias y a ese momento me remito. En primer lugar, a Dios porque es el que con su providencia va guiando nuestra historia; y después, a la Iglesia de Málaga por la oportunidad que me dio para formarme y aportar este trabajo a la realidad, y por estar ahí como una gran familia; a mi familia de sangre pues mucho de lo que soy lo he recibido en casa, desde el ejemplo humilde de mis padres, lo que he compartido y sigo compartiendo con mis hermanos, y ahora también con mis sobrinos, que son la alegría de la familia; a la familia de fe, a todos esos hermanos que uno va descubriendo en la vida y con los que va compartiendo tantas cosas, tanto en la parroquia de origen de uno como en las parroquias en las que ha tenido uno el honor de servir; y también a la comunidad redentorista que está al frente de la Academia Alfonsiana, desde la que se dedican a reflexionar sobre el tema de la fe y, como decía san Alfonso, sobre cómo la fe y la moral pueden responder a la vida real de las personas, es una labor muy interesante. Y muchas gracias también a ti, Encarni.