NoticiaColaboración Persecución Publicado: 04/07/2019: 8608 En el artículo de hace varias semanas comentaba lo difícil que es vivir con miedos. La situación aun empeora cuando el miedo se basa en factores exógenos que escapan del control del perseguido. Hay distintas maneras de ser acosado y violentado por una o por varias personas, en cuyo caso, es aun peor. Al miedo se sobrevive solo o con la ayuda de los demás. Pero la realidad es que nos cuesta mucho trabajo involucrarnos en los problemas ajenos. “Ande yo caliente…”. Pero a veces hay auténticos héroes que se sobreponen a las dificultades y dan la talla. Un ejemplo de esta actitud nos lo proporciona Carola Rackete, la capitana del Sea Watch, una nave humanitaria que ha depositado en el puerto italiano de Lampedusa a los 42 inmigrantes que llevaba a bordo en contra de la prohibición decretada por las autoridades locales. Se ha jugado el ir a la cárcel, pero, finalmente ha quedado en libertad. Otro caso sangrante lo tenemos muy cerca. Aquí, en plena Axarquía, Jesús Gudapati un sacerdote católico de origen indio que pasa miedo a diario por culpa de unos energúmenos que le hacen la vida imposible desde su llegada. ¿Sus delitos? Ser de otro país, de piel oscura y poner la otra mejilla. Ayer fui a visitarle. Apenas pude hablar con él. Está angustiado y enfermo. Tiene la tensión revolucionada y lleva días sin dormir. Viene de un país con muchos conflictos de tipo religioso y se enfrenta a la incomprensión de los, que en teoría, creen en lo mismo que él. Supongo que el tema se solucionará. Que volverá a tener paz y ser feliz. “La felicidad es la ausencia de miedos”, frase de Punset que les recordaba hace días. Durante el día le rodean algunas personas de buena voluntad. Se han hecho fotos con él para demostrar su solidaridad. Pero las noche… ¡ay la noche! Es larga y oscura. Espero que las autoridades solucionen pronto este problema. Los periodistas le rodeamos con cierto morbo, pero este humilde escribidor se ha limitado a visitarle y rezar con él y por él. Aquí también hay persecución. Y amenazas. Más artículos de Manuel Montes Cleries.