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Mi respuesta a la propuesta laicista

Publicado: 15/06/2011: 1770

Desde joven he sido un apasionado de la libertad. De la libertad interior, esa que, con la ayuda de la gracia, se adquiere a base de dominio de sí y de fidelidad a las llamadas del Espíritu; y de la libertad exterior, frente a todo tipo de presiones para que sigamos los dictados de la moda o de la ideología dominante. No es que haya alcanzado aún la libertad total, pero me considero razonablemente libre. Por eso me rebelo contra las imposiciones ideológicas que pretenden imponer los gobernantes de turno, bajo el pretexto de educar y modernizar la sociedad.

En fechas recientes, me preguntaban por mis propuestas para no dejarnos arrastrar por el laicismo oficial. Después de pensarlo, di estas tres. La primera, vivir la fe con profundidad y con alegría, siendo testigos de que el Evangelio nos libera para amar y nos abre a la esperanza de unos cielos nuevos y una tierra nueva. Pero conscientes de que sólo se puede ser cristiano en comunidad y manteniendo la práctica de la oración. 
La segunda, ser excelentes profesionales, que contribuyen cada día al bien común con su trabajo. Poco importa si uno es jardinero, profesor, médico, cocinero o mecánico. Lo que cuenta es que sea un profesional que, en el ejercicio de su profesión, manifiesta que la vivencia profunda de la fe en Jesucristo le hace más humano, más responsable y más lúcido. 

 La tercera, profundizar en el conocimiento de la fe que profesamos, y que sepamos dar razón de nuestra esperanza a quien nos la pida. Para que, en un clima cultural de ignorancia generalizada sobre el Evangelio, sobre Dios, sobre el sentido de la vida humana y sobre la historia del pensamiento, pongamos de manifiesto que nuestra fe no procede de la ignorancia, ni de la costumbre, ni del apego al pasado, sino de que hemos encontrado razones serias para creer.   

Autor: diocesismalaga.es

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