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No somos simples números

Publicado: 27/04/2011: 1350

Reparar un tejado, construir una cuadra, reparar una barca, fabricar una alacena... son algunas de las tareas por las que cientos, miles de personas, quizá, acudieron algún día a un tal José, de Nazaret, a comienzos de nuestra era...

Entonces no había páginas amarillas, el oficio bien aprendido y la capacidad de trabajo eran la mejor publicidad. "Trabaja muy bien", "es económico", "es limpio", "vino enseguida". Con frases como éstas, los vecinos recomendarían los servicios del que hoy es patrón de los trabajadores.

Pero, ¿cuántos de ellos conocerían la historia oculta de aquel carpintero? Cuando trabajaba en Egipto, ¿sabían los que lo contrataban por qué había venido desde tan lejos a trabajar? Quizá su presencia fuera incómoda para algunos, sobre todo los trabajadores de la misma rama, porque trabajaba muy bien y para hacerse un hueco, cobraba menos a sus clientes... ¡Nos va a quitar el trabajo, decían! 

¿Y ya en Nazaret? En un pueblo tan pequeño todos conocían su vida. Pero... ¿y aquel día en que el joven José traía tan mala cara porque, dijo, había dormido mal? ¿Sabían los demás a qué venían tantas pesadillas? Y aquel otro día en que llegó tarde a la faena porque había tenido que buscar a su hijo adolescente que se había perdido... ¿Qué pensarían de él? ¿Le importaría al que lo había contratado lo que pasaba por la cabeza de José, a la vuelta, tras la explicación que le dio el niño?

Todas estas conjeturas sobre la vida de José, el esposo de María, nos pueden servir hoy para contemplar esta fiesta del Primero de Mayo, Día de San José Obrero. Porque cuando se habla de trabajo, de condiciones laborales o de paro nos tienen acostumbrados a hablarnos de macrocifras, de porcentajes y de progresiones. Que la cifra de parados llegue o no a los 5 millones preocupa a muchos sólamente por el rédito electoral que pueda provocar esa cifra "mágica". Los dramas personales quedan ocultos, detrás de tantos ceros.

Porque, ¿qué hacemos cada uno de nosotros por mejorar las cifras de empleo o las condiciones laborales de los que tienen la suerte de trabajar?  Pues todos, al consumir cualquier producto o servicio, queremos lo mejor al mejor precio. Y no nos interesa informarnos de por qué esa señora mayor se levanta a las 5 de la mañana para limpiar escaleras hasta las 9 de la noche, ni por qué ese señor ha venido desde otro continente para ejercer aquí su oficio de fontanero, ni por qué esa dependienta de la zapatería que tantas ganas tenía de ser madre no se queda embarazada... A nosotros lo que nos interesa es que las escaleras estén limpias y no nos suban la comunidad; que el fontanero nos arregle pronto el lavabo y a ser posible no nos cobre IVA y que en la zapatería nos cobren menos que en la de al lado y nos hagan sentirnos "Pretty Woman".

Situaciones laborales éticas requieren una forma de consumo ético. Por eso, los cristianos estamos llamados a fomentar el empleo estable y las condiciones dignas de trabajo, consumiendo de forma responsable, interesándonos por la vida de las personas que trabajan a nuestro servicio en el súper, en la gasolinera, en la peluquería... Y también, claro, pidiendo soluciones a los políticos.

Artículo de "Redacción" de la revista "Diócesis"

Autor: diocesismalaga.es

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