NoticiaStma. Virgen Representar un misterio, un reto para los artistas Publicado: 15/08/2021: 11695 La asunción de María aparece representada en algunas de las obras de arte que atesora Málaga. El director de Patrimonio de la Diócesis, Miguel Ángel Gamero, destaca dos pinturas, la primera, obra de Niño de Guevara (s. XVII), en la Catedral de Málaga; y la segunda, obra de Juan Correa (s. XVIII), que puede verse en el Museo Municipal de Antequera. La obra de Niño de Guevara fue pintada en la segunda mitad del siglo XVII y se encuentra en la capilla de Santa Bárbara, ocupando el lateral derecho. Forma una pareja con el altar frontero que ilustra el tema de la Ascensión del Señor. Como explica Alberto Palomo, del Archivo Catedralicio y autor del libro “La Catedral de Málaga”, «ambos tiene unos enmarques pictóricos, posteriores a la pintura principal, elaborados en 1756 por Juan Coronado, un artista menor al servicio del Cabildo. Las distintas tarjas o cartelas recogen los episodios principales de la vida del Señor y de su Madre». Juan Niño de Guevara vivió entre 1632 y 1698, y aunque no era malagueño de nacimiento, es considerado como tal ya que desarrolló en esta tierra toda su carrera artística. «En este cuadro se inspira en una composición que Alonso Cano realizó para la capilla mayor de la Catedral de Granada, aunque por supuesto, con mucha mayor destreza. La escena queda resuelta con la Virgen que asciende entre nubes ante la mirada de los doce apóstoles que aparecen en la parte inferior del óleo. Con ello sigue una tradición apócrifa que cuenta que todos ellos fueron convocados de forma milagrosa para acompañar a María en el trance de su dormición. De esos mismos relatos proviene la palma que blande uno de los siete angelitos que, por un lado, representa la victoria sobre la muerte y el triunfo de María, y por otro testimonia la narración que cuenta que, tres días antes de la Asunción, un ángel se le apareció a la Virgen entregándole una palma como anuncio de su tránsito al Cielo, advirtiéndole además que que debería estar presente en su entierro. En el cuadro, la figura de María viste ropas cuyos colores evocan el misterio de su Inmaculada Concepción», explica Palomo. Respecto a la segunda obra, que se encuentra en el Museo Municipal de Antequera, es de Juan Correa, mexicano de ascendencia africana y española y considerado uno de los grandes de la pintura barroca mexicana del siglo XVIII, con varias obras marianas conservadas en la ciudad de Antequera. Para Palomo se trata de una pintura muy curiosa, en primer lugar por su autor, y luego por su iconografía. «La pintura expresa con mejor fortuna el dogma mariano que plasma, ya que se ve en ella una miríada de querubines que aúpan a la Virgen, dando a entender que sube a los cielos por voluntad divina, no por su propio poder. En la parte izquierda es testigo de cuanto acontece el arcángel San Miguel, ataviado con los arreos militares que le caracterizan, y que porta la emblemática palma en su condición de caudillo de las huestes angélicas, alusiva al triunfo y virginidad de María. De hecho, hasta entrado el siglo XX, era usual en algunos lugares de España que en los entierros de jovencitas solteras se llevara una de estas palmas como distintivo de su pureza», explica Palomo.