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Envío a misiones de una familia del Camino Neo-Catecumenal (parroquia de la Purísima Concepción-Málaga)

Publicado: 22/07/2014: 648

Envío a misiones de una familia del Camino Neo-Catecumenal, celebrado en la parroquia de la Purísima Concepción-Málaga el 22 de julio de 2014.

ENVÍO A MISIONES DE UNA FAMILIA

DEL CAMINO NEO-CATECUMENAL

(Parroquia de la Purísima-Málaga, 22 julio 2014)

 

Lecturas: 2 Co 5, 14-17; Sal 84, 2-8; Jn 20, 1.11-18.

1.- Es un gozo poder celebrar con vosotros. Ya tenía ganas de celebrar con vosotros la eucaristía porque, aunque había visitado la parroquia, incluso antes que estuviera D. Francisco y, coincidió que había aquí un envío de misioneros de la Esperanza, ahora vuelvo en otro envío, el de la familia de Luis y Miriam, que el Señor ha querido enviarla a Irlanda.

Vivir en Cristo significa ser una criatura nueva. La primera lectura de la carta de san Pablo a los Corintios ha dicho una verdad que la asimilamos poco a poco, que es: «si alguno está en Cristo es una criatura nueva» (2 Co 5, 17). Es decir, el que es de Cristo es una criatura nueva porque Cristo nos hace criaturas nuevas a través de las aguas bautismales, nos recrea. Hemos sido creados con muchas limitaciones y con las consecuencias del pecado de Adán.

2.- El tema del pecado no hace falta que os lo explique porque las Comunidades Neocatecumenales tenéis muchas catequesis al respecto. Al principio decían que eran muy paulinas, en el sentido que se remarcaba mucho el pecado. Pues, estamos empecatados, hay que aceptar esa palabra.

El Señor, con su gracia y con su espíritu, rehace, nos hace criaturas nuevas. Pero esas criaturas nuevas que somos los bautizados en Cristo, los enraizados en la vid de Cristo pasamos de ser una vid “borde”, que da frutos agrios, cuando queda injertada pasa a ser una vid verdadera. Por tanto, cambia, pasa a ser una vid verdadera. Cuando somos injertados en Cristo, recibimos una vida nueva.

Esa vida nueva se debe renovar porque de lo contrario puede envejecer. Nuestros pecados y obstáculos a la gracia, nuestros reniegos de Dios, nuestros alejamientos a Él nos devuelven a la antigua vida. Hace falta recomenzar de nuevo y pedirle al Señor que nos vuelva a renovar. Esto lo hace con el sacramento del perdón, de la misericordia y de la eucaristía. Pero es una renovación constante. El Señor nos ha hecho criaturas nuevas, pero nos renueva en cada encuentro con Él, en cada eucaristía, en cada aceptación de su voluntad también.

Todos hemos sido hechos esas criaturas nuevas y el Señor nos llama, renovados, a invitar a los demás a renovarse en Cristo, porque fuera de Cristo no hay renovación, solo en Cristo.

3.- María Magdalena nos alecciona con sus actitudes. Queridos Luis y Miriam, el Señor os permite ahora renovaros enviándoos como misioneros; esta etapa es una renovación en vuestra vida; una renovación de cara al Señor, porque renováis el amor que le tenéis y Dios os confía una misión.

Esto es lo que hace María Magdalena o María de Magdala. Vuestra comunidad neocatecumenal ha visitado Magdala en Palestina; habéis terminado la peregrinación y habéis rememorado este pasaje evangélico.

En María Magdalena hay tres actitudes importantes que nos podemos aplicar.

4.- La primera actitud es su amor verdadero. Es una mujer que ama. Ha tenido otras relaciones de un amor no auténtico, pero cuando se ha encontrado con Jesús su vida se ha renovado y ha vivido, tal vez por primera vez, un amor auténtico. María ama de veras a Jesús. Y eso es lo que la renueva. Mejor, el amor que Cristo le tiene y le manifiesta ha provocado una respuesta de amor en ella. Y esa renovación de amor auténtico es la que ha permitido a María ser una nueva mujer.

A todos nosotros el Señor nos invita a esto, a que renovemos el amor que Dios nos da. El amor nos lo da primero Él, nos ama primero Dios y nosotros respondemos a ese amor y lo renovamos todos los días. Como renováis el amor en la familia: entre esposos, entre hijos y padres; o entre sacerdotes o entre los fieles. Pero lo tenemos que renovar cada día, porque si no volvemos otra vez a lo que decíamos de la vida vieja, del pecado, del odio, de distancia, de separación, que es lo diabólico. Lo propio del diablo es separar, como expresa la etimología del término (dia-bolos).

5.- Vosotros, querida familia, vais a renovar ese amor hacia el Señor porque el Señor os ha amado con predilección. Recuerdo hace dos o tres años, el día que, en una de las convivencias de septiembre u octubre, de principios de curso, estabais con otras comunidades y cuando Rafael, el catequista, pidió familias en misión. Vosotros os levantasteis y os ofrecisteis, pero el Señor no os tomó la palabra en aquel momento. Es así, ¿verdad?

Recuerdo perfectamente donde estabais sentados. Un servidor presidía la celebración y vosotros estabais situados en la sala a mi izquierda. Me quedé un poco pensativo, creyendo que al no recibir la llamada del Señor en ese momento os pudierais desanimar, pero no fue así. Después volvió a pedir en otro momento el catequista alguna familia para misión, os volvisteis a levantar y el Señor ahora os ha tomado la palabra. Dios tiene sus planes, sus caminos, sus tiempos que no son los nuestros. Él nos va madurando a todos y cada uno en su amor. A lo mejor, uno con gran ímpetu puede decir como el del evangelio: «Señor, te seguiré a donde quieras que vayas» (cf. Lc 9, 57). Y puede que el Señor responda: «Tú cuida a tus padres y haz ahora lo que tengas que hacer. No tengas prisa».

Puede que alguno de vosotros os encontréis en esa situación. Lo ha dicho antes Manuel. Varios de vosotros os habéis levantado, pero no han recibido ninguna missio. Podréis recibirla o no. Lo importante no es que se reciba cuando yo me ofrezco, sino aceptar lo que quiera el Señor de mí. Y todo esto dentro de la relación de amor verdadero que Dios me tiene; este amor es primordial y originario; es el que fundamenta mi amor hacia Él.

6.- La segunda característica de María de Magdala es su fidelidad. Cuando renuncia a su vida anterior y sigue en su vida pública apoya al Señor con su servicio, con sus bienes, con todo (cf. Lc 8, 2-3). Mantiene la fidelidad, no decae, no se deprime, lo ve morir en la cruz, está delante de Él y no pierde jamás la esperanza. Le sigue siendo fiel.

Los otros discípulos al ver lo que le sucedía se han marchado temerosos. María no sólo llega hasta el final acompañando a la madre del Señor, sino que sigue después de forma fiel y valiente, y vuelve al sepulcro. Jesús está muerto y bien muerto, está sepultado, le han rodado una piedra grande. ¿A qué va ella? Ese ímpetu, esa actitud se la dicta el amor y la fidelidad. Fiel hasta el final.

7.- Y la tercera característica viene dada por estas dos anteriores: María Magdalena es evangelizadora. Por eso el Señor le da una gran misión: Jesús le dice a María Magdalena que avise a los discípulos que vayan a Galilea (cf. Mt 28, 7). Jesús le pide que vaya a los discípulos y les anuncie que está vivo. María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto» (Jn 20, 18). Es la primera mujer a la que Jesús se le aparece, según el evangelio.

El evangelio, respetuosamente, no habla de la aparición del Resucitado a su Madre; aunque, probablemente, la Virgen ha tenido la misma experiencia, pero los evangelios de forma muy prudente no tocan el tema de la Virgen María–, a la que se le encarga que anuncie la resurrección del Señor.

8.- A todos se nos ha encargado ese anuncio aquí, en el barrio donde está la parroquia de la Purísima, en Málaga, en la zona de la parroquia de San Eugenio Mazenod, o en la zona de la Malagueta, donde viváis. Y a algunos os pide un anuncio un poco más allá.

A vosotros, Luis y Miriam, os pide ahora el Señor, os ofrece, os propone una misión especial: id a decir a los que viven en Irlanda que Cristo ha resucitado, que Cristo los ama y que vale la pena corresponder a ese amor. Esa es la misión a la que os envía. La forma de hacerlo ya le veréis vosotros. No está escrito cómo hay que hacerlo, con palabras con gestos.

Me gusta mucha una idea que tiene el papa Benedicto XVI en su primera encíclica Deus Caritas est, nos ilumina mucho: el fiel cristiano sabe cuándo puede hablar de modo explícito de Dios, cuando puede proclamar explícitamente a Dios, —eso sería el anuncio kerigmático, anunciar a Cristo muerto y resucitado—, y cuando sabe que debe callar y solo actuar. Repasad ese texto de la Deus Caritas est que es muy bonito: «El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor» (n. 31c). Habrá momentos en los que tendréis que hablar, pero habrá otros momentos en los que tendréis que callar y sencillamente hablar con gestos, sin palabras. Eso ya lo veréis y el Espíritu ya os lo irá diciendo.

9.- Me dirijo a ellos porque estamos en una eucaristía de envío, pero el mensaje es para todos y el Señor nos envía a todos a esta predicación y anuncio kerigmático del amor de Dios.

Esta celebración coincidente con la fiesta de María Magdalena es providencial. La primera mujer que anuncia a Cristo resucitado. Nosotros estamos anunciando a Cristo en un mundo teóricamente cristiano, que es aún peor. Irlanda ha tenido fama de ser muy católica, pero si vais allí será por algo.

Vamos a pedirle a la Virgen María, en su título de Purísima que es la titular de la parroquia, que nos ayude a todos a ser, con esas tres características, cristianos que aman a Cristo, que le son fieles y que anuncian el Kerigma.

Y le pedimos, de un modo especial, por la familia de Luis y Miriam que vais ahora a asumir esa tarea en nombre de la Iglesia y en nombre de las comunidades.

¡Que así sea y que lo vivamos con gozo y alegría! Amén.

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