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Encuentro Diocesano de Jóvenes (Parroquia de la Encarnación-Marbella)

Publicado: 04/05/2014: 1471

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo del encuentro Diocesano de Jóvenes en la parroquia de la Encarnación, en Marbella el 4 de mayo de 2014.

ENCUENTRO DIOCASANO DE JÓVENES

(Parroquia de La Encarnación - Marbella, 4 mayo 2014)

Lecturas: Hch 2, 14.22-33; Sal 15; 1 Pe 1, 17-21; Lc 24, 13-35.

(Domingo de Pascua III – A)

1.- En este día que el Señor nos ha congregado e invitado a todos, habéis venido una buenísima representación de los jóvenes de la Diócesis. Según los cálculos estamos rondando el millar, entre los inscritos y los que a última hora os habéis acercado. Un día de fiesta, de compartir, de fraternidad, de alegría, de primavera, de resurrección, de amistad mutua entre vosotros y de encuentro con el Señor, encuentro con Cristo resucitado.

                Discurso de Pedro en Jerusalén. Anuncio del Kerigma: Hemos escuchado en el texto de los Hechos de los Apóstoles el discurso de Pedro en Jerusalén, donde anuncia la síntesis o el núcleo más importante de nuestra fe. A ver, ¿cuál es el hecho más importante que estamos celebrando en este tiempo? (Responden los jóvenes: “la resurrección”). Pero, ¿para resucitar qué ha de suceder primero? (Responden los jóvenes: “morir”). Por lo tanto, Pedro anuncia, en primer lugar, la muerte de Cristo, en segundo lugar, la resurrección; y, en tercer lugar, dice que él y los apóstoles son testigos: A Jesús «lo matasteis, clavándole a una cruz» (Hch 2, 23). «A este Jesús Dios lo resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos» (Hch 2, 32).

2.- Vamos a hacer una síntesis de esa triple enseñanza de Pedro: Ser testigos de la muerte y de la resurrección. Cuando estaban luchando los gladiadores en la arena del circo y el emperador tenía la potestad de hacer morir, o no, al gladiador que había perdido, ¿cuál era el gesto que hacía el emperador para indicar muerte? A ver, todos así: muerte (todos hacen el gesto de indicar hacia abajo con el dedo pulgar de la mano). Y, ¿cuál es el gesto para indicar que se le perdonaba la vida? (Gesto de colocar el dedo pulgar de la mano hacia arriba). Resurrección. Y, ahora, vamos todos a hacer el gesto de testigos (Se hace el gesto). Yo soy testigo de esa muerte y de esa resurrección del Señor.

Todos nos ponemos de pie. A ver, ¿para qué sirve un muro? Para proteger, ¿verdad? Para defender, para cubrir. Vamos a ser como pequeños muros. ¿Cómo se diría un pequeño muro en una sola palabra? Nosotros vamos a bautizarlo como un «murete». Somos muretes, ¿por qué? Porque mu-re-te: muerte-resurrección-testigo. ¿Qué somos? (Responden los jóvenes: “muerte-resurrección-testigos”, acompañados de unos gestos). Somos testigos de la muerte y resurrección del Señor.

3.- Lema del Encuentro Diocesano: “El Espíritu os lo enseñará todo” (cf. Jn 15, 26-27; 16, 12-15). En el Evangelio el Señor nos dice que hay muchas cosas que no se pueden entender enseguida, que aún hace falta tiempo; y para eso está el Espíritu. El Señor nos envía el Espíritu para ir comprendiendo mejor quién es Dios, quién es Jesucristo en nuestra vida.

Aún sois jóvenes y necesitáis más tiempo, como todos hemos necesitado y necesitamos tiempo para profundizar en la amistad con Jesús, para serle más fiel, para amarle más, para conocerle mejor. El Espíritu Santo nos irá ayudando porque no podemos entender todo desde el primer momento. Pero haced ese proceso de crecimiento de amor a Dios y de crecimiento en la fe. No os canséis de hacer ese proceso de crecimiento. Como dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora» (Jn 16, 12); «cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena» (Jn 16, 13).

4.- Hoy habéis tratado como tema los dones del Espíritu. ¿Cuáles son esos dones? (Responden los jóvenes). Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios (cf. Catecismo Iglesia Católica, 1831).

Los siete dones son regalos. Los regalos, ¿se compran o se venden? Los regalos el Señor nos los regala. Los dones del Espíritu son regalos. Cuando a uno le regalan algo, ¿qué es lo que corresponde: rechazarlo o aceptarlo? Aceptarlo. Si el Señor nos regala unos dones tenemos que aceptarlos.

                Durante el Encuentro se han desarrollado siete talleres por distintas zonas del Parque de la Represa, en pleno centro de Marbella, en los que habéis participado cerca de mil jóvenes provenientes de toda la Diócesis.

5.- Los frutos del Espíritu en el mundo. Además de los siete dones del Espíritu, están los frutos. ¿Cuántos frutos habéis trabajado esta mañana? A ver, decidme alguno. (Responden los jóvenes: “caridad, paciencia, bondad, benignidad, longanimidad, continencia, mansedumbre, modestia, gozo, castidad…”). Vale. Son frutos.

“Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad" (Gal 5,22-23, vulg.)” (Catecismo Iglesia Católica, 1832).

Vamos a simbolizar con un gesto de nuestra mano, esta vez sin levantarnos. ¿Los dones del Espíritu de dónde vienen, del suelo o del cielo? (Responden los jóvenes: “del cielo”). Es decir, que los dones caen del cielo, se nos regalan. ¿Nosotros qué tenemos que hacer? (Responden los jóvenes: “recogerlos”). Hacemos el gesto con las manos de recoger esos dones que nos regala el Señor. Y, una vez que han llegado esos dones a nosotros y los hemos recogido, ¿qué pasa? Que fructifican. Los dones recogidos fructifican (Se realiza un gesto de recoger los dones y de fructificar. Todos los jóvenes realizan este gesto imitando al Obispo).

¿Han fructificado en vosotros los dones? ¿Vivís el gozo, la paz, la continencia, la castidad, la benignidad…? ¿Se dan esos frutos en vuestra vida? Algo se da, ¿verdad? Pues han de fructificar más. Hemos de pedir al Señor los dones, hemos de acogerlos para que fructifiquen en nosotros. Esa es la síntesis de lo que hoy habéis trabajado. Pero recordad siempre que los dones son regalos, no los producís vosotros.

6.- El desánimo de los discípulos de Emaús. Los discípulos de Emaús, ¿por qué se van de Jerusalén? ¿Por qué creéis que estos discípulos, que estaban con los apóstoles, con los discípulos, cuando Jesús muere, se marchan de Jerusalén? En el diálogo que tienen con Jesús, ¿qué le dicen? «¿Es qué tú no te has enterado de lo que ha pasado en Jerusalén?» (cf. Lc 24, 18). «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron» (Lc 24, 19-20).

Y los discípulos le dijeron también al caminante, aún sin saber que era Jesús: «Nosotros esperábamos que él fuera el que había de liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió» (Lc 24, 21). Es decir, un fracaso.

7.- Desánimo de los discípulos por el fracaso temporal de Jesús. Los discípulos de Emaús habían puesto su esperanza, sus proyectos, sus planes en Jesús y se han venido abajo tras su muerte. Esa es la actitud del que se va de Jerusalén, del que sale de la comunidad, del que ya no quiere saber nada de Jesús. Considera que Jesús es un fracasado, que no le ha dado lo que pidió a Jesús, no considera a Jesús como su amigo porque no le da lo que le pide. Y deciden marcharse, irse de la Iglesia y de la comunidad cristiana; deciden vivir a sus anchas y salen. Los de Emaús salen, se van de la comunidad.

Ahora os ponéis de pie. Vais a ser los protagonistas de dos en dos; hacéis parejas y os miráis, y le decís al otro esas frases que oís, o que habéis dicho vosotros en algún momento. Por ejemplo: «esto es un fracaso», «estoy desanimado», «esto no va». Decidle lo que habéis sentido en algunas ocasiones, acompañad vuestras frases con gestos. Vale, muy bien. Sentaros ya.

8.- Catequesis bíblica de Jesús- Necesidad de formación para todo cristiano. Podíais haber estado media hora diciendo razones por las que decís: «basta ya, me voy, estoy desalentado». Y eso hicieron los dos de Emaús. Pero se encontraron con Jesús en el camino y «mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos» (Lc 24, 15). «Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras» (Lc 24, 27). Jesús utiliza la catequesis bíblica. Hay que conocer las Escrituras. Dice san Jerónimo que «quién no conoce las Escrituras tampoco conoce a Jesús»; porque ellas nos revelan quién es Jesús.

Esta mañana el papa Francisco, a las 12, desde el balcón de la Plaza de San Pedro, durante el Ángelus, ha invitado a todos los jóvenes, a los cuales ha hecho levantar la mano para identificarlos, a leer más los evangelios. Recogiendo esa invitación vamos a comprometernos, si queréis, todos los jóvenes que estamos hoy aquí, jóvenes y mayores, todos los presentes, a leer durante esta Pascua, que aún quedan varias semanas hasta Pentecostés, allá en el mes de junio, el primer evangelio, el de san Mateo. Podéis leer cada día un capítulo, o medio capítulo, o un trocito. El Papa decía: «aunque sea un trocito cada día». Que de aquí a Pentecostés, al final de la Pascua, nos leamos todos un trocito del Evangelio. Así sabemos que todos estamos leyéndonos el mismo Evangelio, el de Mateo. Son veintiocho capítulos; en veintiocho días podemos leerlo.

A ver, levantad la mano los que os comprometáis a leer un trocito del Evangelio de Mateo hasta terminar su lectura antes que acabe Pentecostés. (Algunos jóvenes levantan la mano) ¿Tan pocos os comprometéis? ¡Yo esperaba todas las manos levantadas! (Vuelven a levantar las manos más jóvenes).

9.- Los discípulos eran incapaces de reconocer a Jesús: «Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo» (Lc 24, 16).

                El primer encuentro de los discípulos con el Señor fue caminando hacia Emaús y escuchándole sobre lo que las Escrituras decía de Él.

Pero, el segundo momento, ¿cuál fue? Cuando llegan a Emaús, le invitan a pasar, entran en casa y se sientan a la mesa. Y ahí Jesús parte el pan: «Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando» (Lc 24, 30). «A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista» (Lc 24, 31).

Partir el pan, esa frase significa participar de la Eucaristía. El cuerpo de Cristo entregado en la cruz, Cristo lo repartió en la última cena. Y hoy vamos a hacer aquí la “fractio panis”, el partir el pan. Es decir, hoy participaremos de la Eucaristía. Escuchando y leyendo las Escrituras y participando de la Eucaristía, en la comunión, nos encontraremos de un modo especial con Jesucristo. ¿Está claro cómo nos podemos encontrar con Cristo? Escritura, Palabra de Dios y Eucaristía.

Después de ese camino, después de escuchar a Cristo, después de leer las Escrituras, después de compartir el pan, ¿qué hicieron los discípulos? Se levantaron de la mesa, salieron de Emaús, rehicieron todo el camino y regresaron a Jerusalén. ¿Para qué? ¿Qué hicieron en Jerusalén? Anunciar a los demás apóstoles que habían visto a Jesús resucitado. Es decir, testigos de Cristo resucitado.

10.- Queridos jóvenes, ¿queréis ser testigos de Cristo? (Respuesta de los jóvenes: “¡Sí!”). Pues el que quiera ser testigo de Cristo va a hacer un gesto en silencio, que es lo que hicieron los de Emaús: «Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros» (Lc 24, 33).

                Se levantaron, dieron media vuelta y empezaron a caminar. Cada uno desde su sitio sin moverse, el que quiera ser discípulo de Cristo, con ese gesto que exprese su compromiso de ser testigo. Se levanta, se da media vuelta y hace el ademán de caminar hacia Jerusalén, es decir, hacia el lugar de donde salió. A ver, ¿quién quiere hacer ese gesto? (Los jóvenes se levantan y hacen el gesto propuesto por el Obispo).

11.- Canonización de los papas san Juan XXIII y san Juan Pablo II. El domingo pasado, en Roma, el papa Francisco canonizó a los papas san Juan XXIII, que empezó el Concilio, —vosotros no habíais nacido antes de ese acontecimiento—, y a san Juan Pablo II, a quién sí conocéis muchos por las Jornadas de la Juventud y por otros tantos motivos.

Hoy vamos a dar gracias a Dios por haber regalado a la Iglesia estos dos papas santos, san Juan XXIII y san Juan Pablo II; los dos dirigieron la barca de la Iglesia en tiempos difíciles.

El papa Juan Pablo II, quien inauguró las Jornadas Mundiales de la Juventud, enseñó a los jóvenes a no tener miedo de seguir a Jesucristo, a no tener miedo de ser sus testigos, aunque seamos incomprendidos, aunque nos insulten, aunque no nos entiendan. Eso nos pasa a todos los testigos de Jesús; pero no pasa nada.

Repito las palabras que dijo san Juan Pablo II desde el inicio de su pontificado a los jóvenes: ¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas de vuestro corazón a Cristo! ¡Sed sus testigos!

Le pedimos a la Virgen que nos ayude en ese camino de ser testigos de Jesús. Que así sea.

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