NoticiaJornada Mundial de Juventud

Diario de un peregrino

Publicado: 25/08/2011: 780

-Llegamos a Madrid el martes al mediodía, nos enseñan el pabellón donde dormimos de Torrejón de Ardoz, coriendo nos dan las mochilas, las acreditaciones, los ticket para la comida...etc. Nos vamos para Cibeles, donde tenemos la primera Misa presidida por el Arzobispo Antonio María Rouco Barela, como bienvenida y comienzo de la JMJ. Terminada la Misa nos vamos entre la multitud de jóvenes congregada allí para  Torrejón donde cenamos y después a descansar.

-El miércoles nos levantamos, desayunamos y nos vamos para la Iglesia de Torrejón, donde el Obispo de Tortosa, nos da la primera catequesis donde terminamos con una Eucaristía y un ágape preparado por los parroquianos. Nos vamos a comer y tenemos la tarde libre en Madrid...Visitas a iglesias, tronos, monumentos… donde, por desgracia, nos cruzamos con la manifestación de los indignados. Nos fuimos a cenar a Torrejón y después a dormir.

El jueves nos levantamos con ganas aunque cansados, ya que desde nuestro pabellón hasta el tren había como unos 20 minutos andando más o menos. Nos fuimos para el seminario de Madrid, donde tuvimos una hora de adoración ante el Señor por las vocaciones a la vida religiosa, sacerdotal y consagrada. Después nos fuimos a comer, ya que tuvimos un poco de tiempo libre por la tarde. Algunos visitamos la exposición de los Padres Jesuítas en tierras de misiones en el Paraguay y con ellos, pudimos celebrar la Eucaristía. Fuimos a ver al Papa donde, gracias a Dios, tuvimos el regalo de verlo en primera fila al paso del papamóvil. Más tarde, fuimos hacia una de las pantallas más cercanas de Cibeles donde pudimos seguir la ceremonia de bienvenida. Volvimos a verle al paso de su papamóvil, de nuevo, en primera fila. Más tarde nos dirigíamos hasta Torrejón para cenar y luego, dormir.

-El viernes todo lo mismo, nos levantamos, y nos fuimos a la Iglesia de Torrejón. Donde nuestro Obispo, Don Jesús, nos daba la catequesis y terminamos con la Eucaristía y de nuevo, un ágape preparado por los misma feligresía de Torrejón. Por la tarde, asistimos al Vía Crucis, presidido por el Papa, fue algo increíble. Al finalizar, regresamos a Torrejón.

-El sábado, los seminaristas fueron a la Iglesia Catedral de la Almudena para celebrar la Misa con el Papa. Los demás acudieron a la Iglesia de Torrejón, donde les dieron la despedida y llevaron a cabo una Misa con todos los peregrinos de la Diócesis. Nos fuimos a comer y cogimos el tren de cercanías hacia Cuatro Vientos a coger sitio para la vigilia. Llegamos sobre las cinco de la tarde y ya estaba todo repleto, aún así nos acomodamos y esperamos con ilusión y entre cantos la venida del Papa. Éste primero, visitó un centro de los hermanos de San Juan de Dios donde están ingresadas personas con enfermedades mentales. Llegó alrededor de las 21:00 horas, cuando no cabía ni un alfiler. Empezamos muy bien, con cantos, palmas, silencio, oración… hasta que la lluvia hizo acto de presencia. Todos esperamos a que parara de llover, el Papa también. Fue poner al Santísimo en la Custodia, y escampó. Se acortó la vigilia de oración por culpa de la misma. El Papa dio la bendición y  empezó a llover de nuevo. Ese momento fue único. Al acabar hubo un espectáculo de fuegos artificiales. Estábamos todos muy apenados porque la Vigilia no fue lo que estaba previsto. El Papa, emocionado, dio reiteradas veces las gracias a los jóvenes, a quienes nos llamó valientes, porque, a pesar de la lluvia, no nos movimos.

Pasamos la noche en Cuatro Vientos, donde había curas para confesarse y carpas-capilla donde estaba expuesto el Santísimo, para rezar durante la noche.

-El domingo a las 7:00 nos depertaron, ya que el Papa estaba apunto de llegar. Rezamos laudes, y mientras tanto, entre cantos, esperábamos a que el Papa entrara en Cuatro Vientos. Empezamos la Misa, momento en el que el sol no pegó muy fuerte y se pudo sobrellevar. El Papa, al final de la Misa, nos bendijo la Cruz de peregrino, y nos envió a dar testimonio de lo que habíamos vivido en la Jornada. Anunció que la próxima Jornada Mundial sería en Río de Janeiro, Brasil.

Se despidió de nosotros acercándose en el papamóvil a todos los jóvenes que estábamos allí congregados. Regresamos a los pabellones y demás sitios donde estábamos alojados, para comer, recoger, y salir en los autobuses hacia nuestras ciudades de origen.

No tengo palabras para explicar lo que ha sido y lo que he vivido... Muchos sentimientos pero las palabras no son suficientes para explicarlos. Gracias Señor, por poder compartir mi fe con otros jóvenes de los cinco continentes. Donde el idioma no era inconveniente sino que, el único idioma,  era  la fe en Jesucristo.

 

José Borja Gómez

Autor: diocesismalaga.es

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