NoticiaEntrevistas Alfonso Crespo: «En verano, el tiempo hay que llenarlo del amor de Dios» Publicado: 08/07/2013: 4564 «Un sacerdote descansado tiene mejor humor y puede servir mejor a su comunidad», así explica Alfonso Crespo (Córdoba, 1948), la necesidad de vacaciones de los sacerdotes. Como doctor en Espiritualidad, el párroco de San Pedro de Málaga nos da algunas claves para aprovechar el verano como cristianos. –Cuando hablamos de espiritualidad parece ser que nos referimos a algo muy lejano a la vida diaria, ¿es así? –La persona espiritual es la que se deja llevar por el Espíritu. Y dejarse llevar por el Espíritu es vivir la vida, cada día y cada circunstancia, bajo su luz: inspirados por Él, invocamos a Dios como Padre; guiados por Él podemos seguir a Jesucristo, el mejor Maestro. Una persona espiritual no es la que vive en las nubes –éste puede ser un despistado o un ingenuo- sino quien pisa la tierra con paso firme y camina haciendo la voluntad de Dios Padre, que nos invita a vivir como hijos suyos, a la altura de la vocación a la que hemos sido llamados por nuestro bautismo, que no es otra que aspirar a ser santos, con la gracia de Dios. –Estamos en tiempo de verano, de vacaciones para muchos y de más trabajo para otros, ¿cómo cuidar la espiritualidad en estos meses? –Podemos hacer un cóctel espiritual: la copa alta del tiempo y el descanso hay que llenarla del amor de Dios (para ello, dediquémosle parte de nuestro tiempo: la Eucaristía del domingo, un rato de oración diaria). Se enriquece el sabor, con un renovado amor al prójimo (procuro hacer la vida amable a los que me rodean). Hay que añadir una hojita de esperanza, en estos tiempos de amargura (la visita al que lo pasa peor, la invitación discreta al que menos tiene). Agitarlo con gracia (una buena conversación, sin caer en el amargor de la crítica). Y la guinda, el buen humor (haz la vida amable a todos). Conviene tomárselo al aire libre, acompañados de la brisa del Espíritu, que renueva el agua fresca de nuestro bautismo y nos hace sentirnos felices por ser “hijos de Dios”. Y podemos descubrir que Dios, también está sentado en nuestra mesa. ¡Ah! Podemos tomar varias de estas copas y después conducir sin miedo. –Dicen que la familia que reza unida, permanece unida, ¿qué hay de verdad en ello? –Lamentablemente, la familia está olvidando rezar juntas. Hay familias “virtuales” que cohabitan pero no conviven. Cada cual con su “móvil o su tableta”, hablamos más con los dedos que con la boca. Incluso, hemos llegado al ridículo de enviarnos whatsApp o llamarnos por móvil dentro del mismo piso. Si no nos comunicamos, falta lo previo para rezar juntos. Decía santa Teresa que orar es “tratar de amistad con quien sabemos que nos ama”. Si no hablamos como familia, no podemos invitar a Dios para que participe en nuestra conversación. También, en la oración familiar hay un orden: primero, debe de haber una oración conyugal, después vendrá la oración familiar. Una familia que reza unida, incrementa el amor familiar y facilita el perdón mutuo, cuando sea necesario. Dios goza cuando ve rezar a una familia unida. –En verano es también más fácil sacar tiempo para la lectura, ¿qué lectura nos recomienda? –La que nos distraiga y nos forme. Una lectura amable… una buena novela, un clásico. Suelo leer en verano un par de novelas (las más vendidas o recomendadas por amigos) y volver sobre algún clásico: el año pasado fue Chesterton, y este año lo dedicaré a Dickens, a algunos de sus libros de viajes. Y un libro de espiritualidad, de fondo. Este año será el Libro de la Vida de Santa Teresa, para ir preparando su Centenario, que celebraremos en el 2015. –Y los sacerdotes, ¿se toman vacaciones de verano? –Sí. Todos los sacerdotes debemos tomar unos días de descanso, en el momento más oportuno y contando con la ayuda de los compañeros más cercanos. Las vacaciones del sacerdote no dependen de la propia agenda sino de la agenda pastoral de su comunidad: debe descansar cuando sea menos intensa la labor pastoral. Un sacerdote descansado tiene mejor humor y puede servir mejor a su comunidad. Suelo decir que “no hay vacaciones de sacerdocio sino un sacerdote en vacaciones”: debe cuidar su vida espiritual, visitar a la familia y a los compañeros, salir de viaje con alguna familia amiga o hermanos sacerdotes, y reservar un tiempo para ejercicios espirituales. Autor: Encarni Llamas Fortes