“Celebrar Halloween es «contradictorio» con la fiesta católica del día de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos”. Estas declaraciones vertidas por el director de la ‘Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española’, el padre Joan María Canals, han despertado todo tipo de comentarios, a favor y en contra, desde el mismo instante de su difusión en los diversos medios de comunicación social.

No es la primera vez que se abre el debate sobre lo acertado o no de compatibilizar sendas manifestaciones en el seno de nuestra cultura global. Desde que hace ya algunos años la celebración de la noche de Halloween adquiriera una mayor difusión entre los jóvenes españoles, han sido muchos los que no han dudado en tacharla de inapropiada y poco recomendable a la hora de ser celebrada de manera paralela y casi de forma substitutiva a la festividad de Todos los Santos y de los Fieles difuntos.

Quizás el principal error radique en confrontar ambas posturas. Vivimos en una sociedad plural que abarca, acoge y da forma a un sinfín de manifestaciones culturales. Sería difícil encontrar un sector de la misma que no estuviera contaminado, en cierta medida, por elementos pertenecientes a otras religiones, corrientes ideológicas o políticas, en definitiva, formas de vida diferentes. El secreto reside en potenciar lo que nos es propio, fortaleciendo las vías de difusión, formación y profundización en su contenido. Entrar en una guerra encarnizada por abolir una determinada forma de expresión, por entender que ésta dinamita la celebración de otra, puede hacernos caer en prejuicios y vetos ya superados.

En el proceso de formación global de un educando, toda manifestación cultural encuentra cabida siempre y cuando no venga acompañada del correspondiente adoctrinamiento ideológica. La libertad de pensamiento encuentra su verdadero sentido en el aprendizaje en libertad de la cultura que nos rodea.

Los cristianos, como agentes evangelizadores, debemos tender la mano a todas aquellas expresiones culturales, siempre y cuando no atenten de manera directa, a nuestra vivencia de fe. Quizás la natural y un tanto frívola visión que nos arroja Halloween sobre el sentido de la muerte sea un buen acicate para acercar a nuestros alumnos a la perspectiva que la Iglesia Universal tiene a este respecto.

Seamos astutos como serpientes. No temamos por nuestra fe porque ésta se sustenta en Cristo. Él supo adaptar su mensaje al tiempo que le tocó vivir, siendo tolerante y paciente hasta el extremo. Puedo reconocerles que a pesar de mis veintiocho años de edad, la simple mención de la palabra muerte me sigue dando mucho miedo.

¡Feliz día de Todos los Santos!