NoticiaSalud Por una vida digna Publicado: 01/12/2010: 2256 Lo nuestro es la vida, no la muerte. Ya nos dijo Jesús que Él ha venido para que tengamos vida. Y san Juan afirma, en su primera carta, que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos. Habla de la vida humana en plenitud. Por eso, amamos la vida y la defendemos en todas sus etapas y circunstancias, porque es un don de Dios. Como dice un documento muy antiguo, escrito hace casi dos mil años, “decimos a las mujeres que utilizan drogas para provocar el aborto que están cometiendo un asesinato, y que tendrán que dar cuentas a Dios… Contemplamos al feto que está en el vientre como un ser creado, y por lo tanto, como objeto del cuidado de Dios… Y no abandonamos a los niños, porque los que los abandonan son culpables de asesinar niños”. Desde siempre, el cristiano se ha rebelado contra el aborto, el infanticidio y el abandono de los enfermos y de los ancianos. Sospecho que numerosos profesionales de la medicina se deben haber sentido ofendidos cuando han escuchado que ahora se pretende evitar que una persona muera en medio de dolores o que sufra el encarnizamiento terapéutico. ¿No es eso lo que vienen haciendo desde siempre la inmensa mayoría de estos profesionales, sin necesidad de que lo ordene una nueva ley? Lo que necesitamos verdaderamente es una ley de vida digna: que se cuente con más geriatras, que haya más residencias para personas mayores, que todos los enfermos reciban la atención sanitaria que necesitan, que se vean rodeados del cariño de los suyos y que se les facilite la atención espiritual a los que sean creyentes. Pues como ha dicho Javier Rocafort, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, sólo el 40 por ciento de los enfermos terminales reciben esta prestación sanitaria (cuidados paliativos), a pesar de “que es un derecho”. Juan Antonio Paredes Autor: diocesismalaga.es