NoticiaHemeroteca Las Angustias de la Virgen: siete lecciones de amor Publicado: 04/07/2014: 22579 Las Angustias de la Virgen:siete lecciones de amor Fervorosa Hermandad Sacramental y Real Cofradía de Nazarenos del Sagrado Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestra Señora del Santo Sudario y María Santísima de las Angustias: Contemplamos hoy a la Virgen en los misterios dolorosos de su vida. La tradición y la Sagrada Escritura los resume en siete: los siete dolores o las siete Angustias de nuestra Señora, que son “siete lecciones de amor” y “siete caminos de felicidad”. Conviene advertir de entrada que María sufre voluntariamente porque ama, con amor maternal a su Hijo y en Él a todos los hombres, y sus dolores o Angustias –verdaderas lecciones de amor- expresan los variados matices que confieren su sello de verdadera identidad y garantía al amor mismo. Los recordamos brevemente: 1ª.- La primera angustia la formula así el anciano Simeón: “una espada te traspasará el alma” (Lc 2, 35). Esta primera angustia nos trae como principal y fundamental lección la de “querer al otro como es”: un amor limpio y libre hasta el extremo de querer al otro “tal cual es”. Es el Fiat de aceptar a su Hijo tal cual era y aceptar los acontecimientos “tal como Dios los había dispuesto”. Es la “fidelidad” en el amor: amor puro, sin egoísmo. 2ª.- La segunda angustia es el mandato del Ángel que nos recuerda Mt 2, 14: “Huye a Egipto, porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo”. En su precipitado, doloroso y valiente viaje a Egipto, María nos testimonia la fortaleza y decisión del amor que sabe afrontar las dificultades y asumir la renuncia a los propios quereres y proyectos. 3ª.- La tercera angustia, que supone para la Virgen la pérdida del Niño Jesús en el Templo. En ella nos enseña el matiz imprescindible de un amor que para ser de verdad y generador de felicidad, necesita ser sensible y disponible para percibir las demandas de ayuda de los demás y salir en su búsqueda: para percibir las angustiosas llamadas de ayuda que nos transmiten a veces desde el silencio quienes nos rodean. 4ª.- La cuarta angustia es el encuentro con Jesús cargado con la Cruz. La lección de amor que la Virgen nos ofrece en este pasaje es la de salir al encuentro de quien va por la vida viviendo su Vía-Crucis y cargado con la Cruz del desafecto, de la incomprensión, del desamparo, de la persecución, de la enfermedad o de la pobreza. Es hacerse el encontradizo con el hermano. Es hacerse samaritano, olvidándose de sí mismo. 5ª.- La quinta angustia la refiere San Juan con estas palabras: “Junto a la Cruz de Jesús, permanecía de pie su Madre” (Jn 19, 25). Esta angustia de la Virgen es la expresión de un amor fiel y cercano siempre, pero particularmente en los momentos más duros. Es un amor incondicional. Cuando no queda nadie. Es permanecer junto al otro cuando las cosas no le van bien, cuando arrecian las dificultades y cuando todos tienden a abandonarle. Es un amor generoso y compasivo. 6ª.- La sexta angustia de María es el descendimiento de Jesús en la Cruz; cuando ella recibe en sus brazos el cuerpo muerto de su Hijo (Jn 19, 38). En esta sexta angustia la tradición ha resaltado siempre la maternal ternura de la Madre acogiendo al Hijo muerto. La aceptación cariñosa de quienes conviven con nosotros y el hecho de dispensarles en todo momento un trato afable y familiar, puede ser, entre otras, una manera de hacer propia esta nueva lección que nos ofrece María. 7ª.- La séptima angustia de María Santísima es su soledad cuando colocaron el cuerpo de Jesús en el sepulcro. La lección de amor que nos transcribe María en esta séptima angustia se concreta en saber esperar contra toda esperanza en la renovación de las cosas y particularmente de las personas. El corazón de quién no cree que las personas pueden cambiar y no espera ya en un mañana mejor, está endurecido para el amor. Hay un Icono en el que aparece Cristo –que aún conserva las llagas de su pasión, pero rodeado de su gloria- acogiendo con toda ternura a su Madre que, con serena expresión, se deja como arrullar por Él. Cristo Resucitado, abrazando y confortando a su Madre es una buena síntesis de lo que hemos venido meditando. La vida, cuando es asumida en la integridad, conduce a la Pascua del Señor. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga