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Homilía Mons. Dorado: Jueves Santo

Publicado: 30/06/2014: 1586

Jueves Santo


La Cena del Señor es el primer acto del Triduo pascual.

El Jueves Santo nos ayuda a comprender más profundamente el sentido de la Muerte de Cristo.

La Cena Eucarística (Pablo) y el lavatorio de los pies, descrito por Juan, nos ofrecen la clave para comprender la Muerte de Jesús y, en consecuencia, la salvación del mundo: el AMOR.

El mundo no obtiene la salvación por el tener, por el saber o por el poder. Al mundo le salva el amor de Dios hecho visible en la Cruz de Jesús y prolongado en la conducta de los suyos.

El mundo empieza a ser salvado cuando pasamos de la rivalidad a la solidaridad, del retener al compartir, del dominar al servir, del vivir para sí al vivir para los demás.

El amor de Jesús nos revela en el Jueves Santo tres facetas capitales y complementarias:

- es un amor que sirve,
- es un amor que se entrega, y
- es un amor que da la vida.


1.- Un amor servicial:

Cuando Jesús lava los pies quiere mostrarles que amar es igual a servir. Quiere decirles que Dios ama sirviendo y sirve poniéndose e los pies de los últimos, de los esclavos. Quiere inculcarles que no existe otra manera de ser cristianos que ponerse humildemente a los pies de los hermanos.

El amor verdadero cristiano sabe rebajarse, sabe tragarse el amor propio y la dignidad ofendida. Sabe aguantar y soportar a sus hermanos y sabe humillarse para perdonar o pedir perdón.


2.- Un amor oblativo (que se entrega):

Es un amor que ofrece sus cosas y su persona. En la Eucaristía se nos ofrece la persona de Cristo (su Cuerpo y su Sangre) que se entrega por nosotros. Se nos muestra como “el hombre para los demás”.

Los seres humanos utilizamos mil estrategias para dar de lo nuestro sin darnos a nosotros mismos. Sólo cuando los demás pueden disponer de nosotros y convertirse en criterio decisivo para nuestra vida, podemos decir que vivimos para los demás.


3.- Un amor que da la vida:

La ofrenda de Jesús llega hasta la ofrenda de su propia vida por amor al Padre y a nosotros. “Este es mi Cuerpo…”. La Cruz de Jesús es el cumplimiento pleno de lo que anticipa en la Cena. Allí Jesús “pierde su vida” por amor.

Ir perdiendo la vida en el surco del servicio abnegado y de la ofrenda de nuestra persona es una dirección que el Jueves Santo marca a nuestra existencia cristiana


4.- Es posible un amor así.

“Haced esto en memoria mía… Os he dado ejemplo para que hagáis lo mismo que yo he hecho con vosotros”.

Amar como el Señor nos ha amado es un mandado, el mandamiento Nuevo.

Pero, ¿somos capaces?

- El amor servicial contradice a la tendencia de nuestro amor propio.

- El amor oblativo contraviene a la tendencia posesiva del corazón humano.

- El amor que da la vida va en contra de la tendencia a la autoafirmación personal.

Poder amar así es un milagro. Sólo si Jesús ama en nosotros, seremos capaces de amar servicialmente, oblativamente y hasta dar la vida. Y la Eucaristía es la que nos capacita para esa forma de vida: nos capacita para esa manera nueva de ser y de actuar.

“Cuerpo de Cristo, sálvanos;
Pasión de cristo, fortalécenos”.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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