«Sospecho que la "cosa" va para largo...» Publicado: 06/08/2012: 1317 Me preocupa el diálogo entre cristianos y musulmanes. Tengo la impresión que, después de mucho hablar, la “cosa” se estanca. Nos sentimos ante un callejón sin salida. Aunque para Dios no hay nada imposible. Confío en el poder de Dios que está por encima de todos los cálculos humanos. En esto, como en otras tantas cosas, parece que a Dios le gustan los imprevistos. Después de muchos encuentros, congresos, estadísticas... de repente el resultado parece escapar a todas las previsiones. Y todo para que seamos humildes. No somos “dioses”, aunque como hijos adoptivos de Dios, tenemos la obligación de reflexionar, dialogar, intentar... En la revista Tierra Santa, dirigida por la Comunidad de Frailes Franciscanos de Jerusalén, en su número mayo-junio del 2000, pág. 149, aparece la siguiente y preocupante (¡alarmante!, diría yo), noticia: “El arzobispo capuchino de Esmirna (Turquía) ha hablado claro en el Sínodo de los Obispos de Europa. Dijo: “El diálogo con los musulmanes es un diálogo de sordos”. Y a continuación refiere que en un encuentro oficial en el que él mismo intervino sobre el diálogo islamo-cristiano, una eminente personalidad musulmana, dirigiéndose a los participantes cristianos les dijo con calma y serenidad: “Gracias a vuestras leyes democráticas, os invadiremos. Gracias a vuestras leyes religiosas, os dominaremos”. Y el arzobispo de Esmirna añade que la cosa no es para reír. De hecho, usan sus petrodólares, no para crear puestos de trabajo en los países pobres del Norte de África y de Oriente Medio, sino para construir mezquitas y centros culturales islámicos en los países europeos. Refiere, asimismo, el citado arzobispo que con motivo de otro encuentro cristiano-islámico, un participante cristiano pidió públicamente a los musulmanes que, a su vez, organizaran encuentros de este tipo. Una renombrada personalidad musulmana allí presente respondió: “Vosotros no tenéis nada que enseñarnos y nosotros no tenemos nada que aprender de vosotros”. Se nos hiela el corazón. Yo sigo pensando y esperando que sea posible el acercamiento o la reducción de la lejanía entre ellos y nosotros, a través de acciones concretas de promoción llevadas a cabo conjuntamente (cristianos y musulmanes) y de estudios objetivos del Evangelio y del Corán. Espero –y hay algunos signos esperanzadores en este sentido– que de la misma manera que el cristianismo pasó por la criba de la Ilustración, así le pasará, tarde o temprano, al islamismo. Ellos, los musulmanes, y nosotros, los cristianos, necesitamos que el Espíritu de Dios nos siga llevando por los caminos de una investigación progresiva en la historia, en la filosofía y en la teología. Así, será posible distinguir lo esencial de lo accidental, dejando en la vereda del camino de la historia tantos absolutos creados innecesariamente. Sospecho que la cosa va para largo y que el camino será duro. Tal vez podríamos hablar de siglos. Y hablar también en Europa de posibles enfrentamientos ideológicos-culturales-religiosos en los próximos años. Frente a este problema (cristianismo-islamismo) lo imperdonable sería quedarnos “quietos”. Conviene armarnos no para luchar, sino para mirarnos serenamente a la cara con actitud de amor y de búsqueda de la verdad. Como he dicho en alguna otra ocasión, yo espero que el Espíritu de Dios suscitará entre los cristianos europeos carismas, individuales y colectivos, para evitar enfrentamientos con los musulmanes, reducir distancias y promover cercanías para que les escuchemos y seamos escuchados al mismo tiempo. La oración personal y comunitaria deberá ser la base de este movimiento. Abril 2002. Autor: Mons. Ramón Buxarrais