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XXXVII Encuentro Diocesano de Juventud (Antequera)

Procesión del resucitado durante el Encuentro Diocesano de la Juventud celebrado en Antequera
Publicado: 13/04/2024: 1801

Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía con motivo del Encuentro Diocesano de Juventud (Antequera)

XXXVII ENCUENTRO DIOCESANO DE JUVENTUD

(Antequera, 13 abril 2024).

Lecturas: Hch 6, 1-7; Sal 32, 1-2.4-5.18-19; Jn 6, 16-21.

1.- Un fraternal saludo a los sacerdotes y ministros del altar; a vosotros, queridos jóvenes; y al Sr. Alcalde de Antequera, acompañado de sus concejales, a quien agradecemos su colaboración para celebrar la eucaristía en este hermoso parque.

Nuestro Encuentro diocesano de Juventud, celebrado en Antequera este año, tiene por lema:“Los que esperan al Señor, caminan sin cansarse”. 

Este lema está referido al Año Jubilar 2025, al que nos invita el papa Francisco a participar, cuyo lema es: "Peregrinos de la esperanza”.

El Papa nos anima a “mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente” (Francisco, Carta a Mons. Rino Fisichella para el Jubileo 2025, Roma, 11.02.2022).

Y también nos exhorta a redescubrir la llamada a la santidad: “La peregrinación hacia el Jubileo podrá fortificar y manifestar el camino común que la Iglesia está llamada a recorrer para ser cada vez más claramente signo e instrumento de unidad en la armonía de la diversidad. Será importante ayudar a redescubrir las exigencias de la llamada universal a la participación responsable, con la valorización de los carismas y ministerios que el Espíritu Santo no cesa de conceder para la edificación de la única Iglesia” (Francisco, Carta a Mons. Rino Fisichella para el Jubileo 2025, Roma, 11.02.2022).

2.- Nuestro lema está tomado del texto del profeta Isaías, que es más explícito y más desarrollado: «Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan» (Is 40, 31).

Podemos desglosarlo en cuatro partes. En primer lugar: «Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas». Necesitamos alimentarnos de la Palabra de Dios y de la eucaristía para renovar nuestras fuerzas. Os recuerdo la importancia fundamental de la eucaristía para la vida del cristiano; como decían los primeros cristianos: “Sin el domingo no podemos vivir”. El Señor Jesús partió el pan con sus discípulos en la última Cena y en los encuentros después de su resurrección. 

Hacemos ahora un doble gesto: primero levantando los brazos y mirando hacia el cielo decimos: «Los que esperan en el Señor»; y a continuación hacemos el movimiento de las manos hacia la boca para indicar que se come, mientras repetimos la frase: «Renuevan sus fuerzas» (Los jóvenes repiten dos veces este gesto).

3.- En segundo lugar, los que esperan en el Señor: «Echan alas como las águilas». El joven está llamado a soñar, a volar, a tener creatividad, a realizar proyectos, a cambiar el mundo. El papa Francisco os anima a no caer en la pasividad y en la esclavitud, que es lo contario de volar: “No dejes que te roben la esperanza y la alegría, que te narcoticen para utilizarte como esclavo de sus intereses. Atrévete a ser más, porque tu ser importa más que cualquier cosa. No te sirve tener o aparecer. Puedes llegar a ser lo que Dios, tu Creador, sabe que eres, si reconoces que estás llamado a mucho. Invoca al Espíritu Santo y camina con confianza hacia la gran meta: la santidad. Así no serás una fotocopia. Serás plenamente tú mismo” (Francisco, Christus vivit, 107). 

Hacemos como antes un doble gesto: primero levantando las manos y mirando hacia el cielo decimos: «Los que esperan en el Señor»; y a continuación un movimiento ondulante de los brazos alargados en horizontal indicando que volamos, mientras repetimos la frase: «Echan alas como las águilas» (Los jóvenes repiten dos veces este gesto).

4.- En tercer lugar, los que esperan en el Señor: «Corren y no se fatigan». El joven que espera de veras en el Señor es capaz de salir airoso de las tentaciones y de las situaciones que denigran su vida. Hay que correr y escapar de ciertas maneras de pensar y de vivir. El papa Francisco nos recuerda: “Muchos jóvenes son ideologizados, utilizados y aprovechados como carne de cañón o como fuerza de choque para destruir, amedrentar o ridiculizar a otros. Y lo peor es que muchos son convertidos en seres individualistas, enemigos y desconfiados de todos, que así se vuelven presa fácil de ofertas deshumanizantes y de los planes destructivos que elaboran grupos políticos o poderes económicos” (Francisco, Christus vivit, 73). 

Hacemos otro doble gesto: primero levantando las manos y mirando hacia el cielo decimos: «Los que esperan en el Señor»; y a continuación nos ponemos de pie y empezamos a correr en el mismo sitio donde se encuentra cada uno, mientras decimos: «corren y no se fatigan» (Los jóvenes repiten dos veces este gesto).

5.- En cuarto lugar, los que esperan en el Señor: «Caminan y no se cansan». Los jóvenes que confían en el Señor saben soportar las inclemencias de la vida, aguantar las dificultades y mantenerse joviales y gozosos. También caminan con Jesús, como los discípulos de Emaús, escuchando su Palabra (cf. Lc 24, 26). Al tener experiencia del Resucitado, aunque estén cansados del camino, no tienen inconveniente en regresar a Jerusalén para dar su testimonio.

Querido jóvenes, hemos de cambiar la pregunta sobre la vocación y sobre la profesión. La gente suele preguntar: ¿Qué quieres ser de mayor? En vez de esta pregunta que se refiere al proyecto personal que uno desea realizar, hemos de preguntar al Señor: ¿Qué quieres de mí? Cada uno de nosotros está llamado a caminar sin cansarse en el proceso vocacional que Dios le tiene preparado. 

Hacemos como antes un doble gesto: primero levantando las manos y mirando hacia el cielo decimos: «Los que esperan en el Señor»; y a continuación nos ponemos de pie y nos ponemos a caminar en el mismo sitio donde se encuentra cada uno, mientras decimos: «caminan y no se cansan» (Los jóvenes repiten dos veces este gesto).

6.- Esperar en el Señor implica tener plena confianza en él. El mismo «Jesús tenía una confianza incondicional en el Padre, cuidó la amistad con sus discípulos, e incluso en los momentos críticos permaneció fiel a ellos. Manifestó una profunda compasión por los más débiles, especialmente los pobres, los enfermos, los pecadores y los excluidos. Tuvo la valentía de enfrentarse a las autoridades religiosas y políticas de su tiempo; vivió la experiencia de sentirse incomprendido y descartado; sintió miedo del sufrimiento y conoció la fragilidad de la pasión; dirigió su mirada al futuro abandonándose en las manos seguras del Padre y a la fuerza del Espíritu. En Jesús todos los jóvenes pueden reconocerse» (Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos [2018], 63).

Si nos fiamos del Señor, también nosotros podremos hacer grandes cosas. Jesús recobraba fuerzas mediante la oración y el diálogo con su Padre. A nosotros “la oración nos permite contarle todo lo que nos pasa y quedarnos confiados en sus brazos, y al mismo tiempo nos regala instantes de preciosa intimidad y afecto, donde Jesús derrama en nosotros su propia vida” (Francisco, Christus vivit, 155).

7.- El Papa ha dirigido un mensaje a los jóvenes con motivo del quinto aniversario de la Christus vivit y les recuerda que son «la esperanza viva de una Iglesia en camino». 

Termino con unas palabras suyas, que hago también mías: «Queridos jóvenes, ustedes son la esperanza viva de una Iglesia en camino. Por eso les agradezco su presencia y su contribución a la vida del cuerpo de Cristo. Y les pido: no permitan que nos falte nunca el lío bueno que ustedes hacen; el empuje que tienen, como el de un motor limpio y ágil; su modo original de vivir y anunciar la alegría de Jesús Resucitado. Rezo por ello; y ustedes también, por favor, recen por mí» (Vaticano, 25.03.2024).

Pedimos a la Virgen María que nos acompañe en nuestro camino para que nunca nos cansemos de seguir a Jesús. Amén.

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