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Rehabilitación del edificio del Seminario (Málaga)

Publicado: 20/10/2016: 1612

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la rehabilitación del edificio del Seminario (Málaga) celebrada el 20 de octubre de 2016.

REHABILITACIÓN
DEL EDIFICIO DEL SEMINARIO
(Málaga, 20 octubre 2016)

Lectura: Ef 3,14-21; Sal 32,1-5.11-12.18-19; Jn 2,1-7.

1.- El domingo pasado el Santo Padre, papa Francisco, canonizó a nuestro querido D. Manuel. Cuando se proyectó terminar esta segunda fase de la obra de la Casa Diocesana y hacer este acto, esta bendición, no teníamos ni idea que iba a ser canonizado. Esto se previó hace más de un año y la canonización se anunció hace unos meses. Pero ha sido no una coincidencia, sino una providencia, ha sido providencial.
D. Manuel es canonizado casi a los cien años de haber construido este Seminario; lo construye en torno al año 1920-23, estamos a pocos años, y en ese mismo momento terminamos la rehabilitación de su obra. Rehabilitación que, como bien sabéis muchos de vosotros, no ha sido una simple rehabilitación, sino que ha sido mucho más. Ha sido rehabilitar respetando su obra. Se han respetado las características de los arquitectos, tanto de Strachan como de Atencia, se han buscado su estilo y se ha recuperado, pues estaba medio escondido. Se han reforzado muchísimas cosas de cimentación, de desagüe, de muchas cosas. Y se ha terminado lo que D. Manuel no terminó, el edificio estaba inacabado (igual que la Catedral, que no es “manquita”, es que no está acabada).

2.- Damos gracias a Dios porque en este casi centenario el Señor nos ha permitido terminar, rehabilitar, remozar la obra de D. Manuel. Eso es una satisfacción para todos, para la Diócesis; de un edificio que si no lo hubiéramos perdido. Y moralmente no podíamos perder este signo de la Diócesis y de toda la espiritualidad de D. Manuel.
Así que damos gracias al Señor por esta providencial coincidencia y le pedimos a San Manuel que nos siga protegiendo y siga velando por su Seminario. Pues estamos en el Seminario, aunque esta zona esté dedicada a lo que está dedicada, como Casa de espiritualidad, Casa de ejercicios, pero es Seminario.

3.- De hecho, lo que nos anima a vivir, a lo que nos impele las lecturas que hemos escuchado es a que esta Casa sea, como dice Pablo a los efesios, un lugar donde se pueda vivir el amor de Dios, que la raíz y el cimiento de quien venga aquí sea el amor de Dios (cf. Ef 3,17), para llegar a su plenitud, a la plenitud en Cristo.
Cristo es el hombre perfecto, es el único modelo que tenemos, el gran modelo. Los santos han vivido mirando a su modelo. Los santos nos ayudan como intermediarios, pero a quien hay que mirar como modelo es a Cristo.
Por tanto, quien venga a esta Casa a rezar, a departir, a compartir, a meditar, a contemplar el Misterio se encuentre con Cristo como modelo pleno de hombre, como el hombre perfecto, como el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre. Este es el deseo que queremos en esta bendición.

4.- En segundo lugar, damos gracias a Dios, como decía el Salmo y podamos tocar la cita, el arpa, todos los instrumentos cantando un cántico nuevo (cf. Sal 32,2-3). Porque se canta un cántico nuevo cantando con los bienaventurados del cielo, a cuyo canto estamos llamados todos.
Cuando bendijimos la primera fase llamamos a todo esto como «Tabor», porque el Tabor es donde Cristo se transfigura, donde se le contempla, donde los discípulos íntimos del Señor, sus amigos, comparten con Él una iluminación y se les refuerza para que cuando bajen del monte Tabor den testimonio. Los que habéis ido a Israel, el Tabor está en alto y se baja a Jerusalén y a la cruz.
Pero lo que queríamos hoy es darle a esta segunda fase el ambiente de las bodas de Caná. Aunque todo el Seminario podríamos llamarlo el gran Tabor, cada sala, cada comedor, cada lugar tiene un nombre con una intencionalidad. Lo que fue antes el monasterio de las Capuchinas se llama ahora “Betania”, donde Jesús iba a descansar con sus discípulos, a compartir, a rezar. Queremos que la Casa Diocesana toda sea Betania. Los comedores se llaman: Nazaret, Betsaida, Emaús, porque son los lugares donde Jesús departía y compartía con sus discípulos.

5.- Hoy queremos asignar esta «Caná de Galilea», esta fiesta de bodas porque el hombre no vive sólo de espíritu, también tiene que comer y tiene que dormir. Aunque el equipo se ha ido, quiero que, a través de la directora y demás, transmitáis al equipo de la Casa que lo que deseo que hagáis es que ayudéis al Señor a que aquí, quien suba, haga fiesta, con vinos generosos y manjares sabrosos, que ya sé que lo hacéis. Esto forma parte de la vida también.
Jesús convierte el agua en vino alegrando la fiesta humana. Ese vino después, símbolo de la Eucaristía, es un vino que alegra el corazón, da un poco de chispa, un poco de humor, te hace hablar, te hace salir de ti mismo, compartir lo que llevas en el corazón.

6.- Eso es lo que deseo que pidamos esta tarde al Señor y a san Manuel. Que nos ayude a que la Casa Diocesana sea también, además de Tabor, Betania, Nazaret, que sea Caná. Todo eso es lo que queremos que sea la Casa Diocesana, Caná de Galilea. Donde hagamos fiesta, nos encontremos, nos divirtamos, estemos alegres, compartamos y demos gracias al Señor.
Y también es providencial…, esta mañana rezando y pensando en este momento le decía al Señor que todo lo hace bien…, intencionalmente no era así, pero ha sido providencial. ¿Hoy qué día de la semana es? (Responden los fieles: jueves). Y los jueves la Iglesia, desde que hizo el papa Juan Pablo II la reforma de los misterios del Rosario, hoy ¿qué misterios se celebran? Los luminosos. Luminosos es de luz, ráfagas de luz. Primer misterio: el bautismo de Jesús. El bautismo en griego es “fotismós” (φωτιςμόs); es decir, iluminación. El Espíritu nos ilumina. El segundo misterio de luz es las Bodas de Caná. Tercero: el anuncio del Reino. Cuarto: la transfiguración del Señor, la luz que te hace cambiar y te hace ver una realidad que con los ojos normales no ves. Jesús se deja ver en el Tabor de manera distinta, se deja ver como glorioso. Y el último misterio: la Eucaristía.
Pues no es casual que hoy sea jueves y sean los misterios de la luz. Esta mañana cuando lo rezaba pensaba que no podía ser mejor y tenía que compartirlo esta tarde con vosotros.
Eso es lo que deseamos para la Casa Diocesana, vivir los misterios de luz. Vivir Caná, vivir la transfiguración, vivir la Eucaristía, el encuentro con el Señor. Que así sea.

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