«Zarpazos terroristas en Málaga» Publicado: 10/08/2012: 1487 • Nota del Prelado (1991) Mañana hará una semana que un coche-bomba estallaba entre el Cuartel de la Guardia Civil y la Parroquia de Cristo Resucitado de Torremolinos. Unas semanas antes había estallado otro coche-bomba frente a la Cárcel de la ciudad de Málaga. Gracias a Dios, no hubo víctimas mortales, pero sí algunos heridos y, sobre todo, un gran pánico que todavía perdura en muchos de nuestros conciudadanos. Desgraciadamente no es la primera vez que la repelente organización terrorista intenta dar un zarpazo mortal a los malagueños para destruir sus medios y puestos de trabajo, atemorizando a los posibles turistas que vienen a descansar y a disfrutar del clima y de la acogida que la provincia de Málaga les ofrece. Nos perjudican a todos. Esto es lo que intenta la criminal organización. Pero, como casi siempre, los más afectados son los trabajadores malagueños que de una manera directa o indirecta viven del sector turístico. El principio moral, admitido por todos de que “el fin no justifica los medios”, nos obliga, por una parte, a reconocer el derecho que cada pueblo del Estado español tiene a ser y desarrollarse como colectivo humano con sus propias e irrenunciables características que lo configuran como valor social, siempre que este mismo derecho sea reconocido a favor de los otros pueblos. Pero, lo que no es admisible, sino condenable sin paliativos, son los medios antidemocráticos e inhumanos con los que se quiere conseguir el fin pretendido. Al agradecer a nuestras autoridades los esfuerzos que ponen para erradicar uno de los «cánceres” más peligrosos que atentan contra la vida social, cimentada en una justa y pacífica convivencia, los cristianos debemos colaborar ante todo con nuestra oración por la conversión de los terroristas, pero también ofreciendo a los responsables del Orden Público todos aquellos datos que, detectados de manera objetiva y fiable, puedan darle pistas de actuación para evitar cualquier acción terrorista. Por otra parte, cuando llegue el momento de elegir a nuevos miembros de las Cámaras del Estado Español o de Europa, jamás debemos dar nuestro voto a aquellos políticos que con su clamoroso apoyo silencioso ayudan a los que un día, tal vez, en lugar de hacer progresar a su pueblo, lo podrían someter a la más cruel de todas las dictaduras. Málaga, Abril de 1991. Autor: Mons. Ramón Buxarrais